365 accidentes en seis meses y medio en la av. Simón Bolívar

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A lo largo de 45 kilómetros que tiene la vía, hay cinco tramos de mayor accidentabilidad. Hay un registro de 15 muertos hasta el mediados de julio. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO.

Unas están viejas, cubiertas de telarañas y con las leyendas borradas. Otras, en cambio, tienen flores frescas y lucen limpias. 21 cruces colocadas en los bordes de la avenida Simón Bolívar, dan cuenta de su peligrosidad.

Son cerca de 45 kilómetros de esta vía que cruzan la capital de norte a sur por el oriente y cada cruz tiene un mensaje claro: aquí murió una persona.

Desde la Panamericana Norte, en Carapungo, hasta Santa Rosa, al sur, del 2 de enero al 15 de julio, ocurrieron 365 accidentes: casi dos por día. Mientras que entre el 2008 y el 2011 se registraban tres o cuatro semanales, según la Policía.

En el Distrito la única vía que la supera en este tipo de incidentes es la Mariscal Sucre, donde han ocurrido 434. Pero la mayor mortalidad la tiene la Simón Bolívar, lo afirma Christian Rivera, del Comité de Operaciones de Emergencia. Allí han muerto 15 personas hasta mediados de julio.

Las cruces junto a las cunetas son más antiguas. El tiempo y el polvo han hecho ilegibles algunas leyendas, pero se logra ver una colocada en el 2001: blanca, sin flores ni rosarios.

Desde Carapungo, la primera está ubicada en el kilómetro 2, a la altura del puente peatonal de Llano Chico. Está vacía, no tiene nombre, pero los vecinos recuerdan que fue una persona que perdió la vida al ser atropellada. Cuentan que no pasó inadvertido por el tráfico que causó en esta vía por la que circulan entre
70 000 y 80 000 autos al día.

María Chiza no sabe leer y no le hace falta hacerlo para saber que alguien murió allí. La cruz se lo revela. La mujer desconoce que en esa vía, por la que todos los días cruza, han ocurrido en lo que va del año 33 atropellos. Lo que sí sabe es que el paso peatonal está lejos (a unos 400 metros) y que no tiene tiempo para utilizarlo.

Ella es de Otavalo. Con dificultad para expresarse asegura que nada le pasará. Carga a su hijo de 2 años sobre su cadera, mira hacia ambos lados y corre.

No todas las cruces pueden ser vistas fácilmente. Algunas están ocultas detrás de matorrales, otras han sido tumbadas y un par están dibujadas con pintura blanca donde empieza la ladera. Entre el km 11 y el 40, sentido norte-sur, hay cinco cruces más ubicadas en los mismos lugares donde según la Agencia Metropolitana de Tránsito, de dan la mayor cantidad de accidentes.

Las tres principales razones, explica Juan Zapata, de la Secretaría de Seguridad del Municipio, son la impericia del conductor, el exceso de velocidad y el consumo de alcohol.
Los autos pueden circular a un máximo de 90 km/h, pero no todos respetan ese límite.

A lo largo de 150 metros, en La Argelia, hay tres cruces. Allí, cinco agentes de tránsito realizan un operativo de control de velocidad. Una camioneta blanca que circulaba a 105 km/h es detenida. Se estaciona justo frente a una cruz que reza: Luis Olmedo Falcón, paz en su tumba. El accidente ocurrió el 13 de febrero del 2010.

Solo en ese punto de control, en las dos horas del operativo, 30 personas son sancionadas.

Los accidentes más frecuentes que ocurren en esta avenida son los choques. Desde enero hasta el 15 de julio se registraron 169. En ese lapso hubo 56 volcamientos y 45 pérdidas de pista. Las colisiones (choques entre tres autos o más) también son evidentes. Hubo 22.

Contrario a lo que se puede pensar, la mayor parte de los accidentes no ocurren en la noche o madrugada.
El 70 % se ha registrado en la mañana y en la tarde. La razón, según Alfredo Viteri, experto en movilidad, es que durante las primeras horas del día las personas aceleran más para poder llegar a tiempo a sus trabajos. Hay conductores que pasan incluso los 120 km/h.

Un par de cruces están formadas solo con dos pedazos de madera cruzados. Otras son de cemento con figuras de vírgenes impregnadas. Algunas detallan el nombre y apellido de las víctimas y hay aquellas que solo tienen iniciales, una fecha o una lágrima dibujada.

En el lugar donde Sofía Martínez murió, en el 2012, hay una cruz de mármol con un florero que guarda cinco rosas secas. La velocidad con la que algunos camiones pasan, hace que el viento arranque los pétalos.

El colocar ese símbolo en los lugares de la muerte de un ser amado es una costumbre que viene desde la época colonial y, según Juan Paz y Miño, historiador, está relacionada con la cultura religiosa. Cuando se implantó el catolicismo como religión, se le dio a la cruz ese valor que está atado a la muerte y a la salvación. Es una práctica popular, una expresión de la cultura y está más presente en los sectores rurales.

Al recorrer la misma vía, de sur a norte, las cruces son más vistosas. En el km 1 hay dos más. Una de piedra y otra de baldosa azul que está adornada con una corona de flores plásticas y tiene un tipo cajón donde hay más flores y una vela. El precio de estas estructuras puede variar dependiendo del material.

Jorge Arias, quien vende lápidas en San Diego, cuenta que una de cemento cuesta USD 10 mientras que otra con figuras puede llegar hasta los 50.

Llega el km 10 y cuatro cruces dan señal de accidentes que enlutaron a cuatro familias.

El primer tramo de la Simón Bolívar se construyó en 1984. En ese entonces, la vía más peligrosa era la 10 de Agosto. Luego, cuando apareció la Occidental (que mide casi 31 kilómetros y cruza por 85 barrios), la destronó. Así lo recuerda Diego Del Castillo, expresidente de la Cámara de la Construcción. Hoy, la Simón Bolívar (que se construyó en tres fases) es la reina de las vías en la que ocurren accidentes mortales.

A la lista de las causas que explica la Policía, Del Castillo suma una más: la vía no tiene las características que debe tener una vía rápida como son pendientes máximas del 8%, curvas no menores a 60 grados.

En el sector de la escombrera sur, una cruz azul tiene flores. Clemencia Arias, de 69 años, no conoció al hombre que murió atropellado pero asegura que cada 15 días la limpia. Esta cruz de baldosa cumple una misión: recuerda a los moradores que no deben jugar a ganarle a los autos.

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