Casa adentro, en cada dependencia municipal relacionada con la elaboración de la agenda de fiestas, se debe generar más de una reflexión o un golpe de pecho. La estructuración de esta compleja actividad va más allá de, por ejemplo, las responsabilidades que tiene la Secretaría de Cultura del Municipio.
La elaboración conlleva la participación de otras instancias municipales, incluyendo a los concejales que, por ejemplo, son parte de la Comisión de Fiestas. Hay direcciones y secretarías incluidas que tienen “vela en el entierro” .
No se trata de poner leña en el fuego. Se trata de generar reflexión y que se den los correctivos necesarios para que, en el futuro inmediato, estas decisiones se tomen mejor; en especial, aquellas relacionadas con los eventos masivos.
Lo ocurrido con el festival en el que estarán Sting y Blades marca el ejemplo. La presentación de estos artistas, en principio, tenía costo; como cualquier otro espectáculo. Hubo una diferencia: que el Municipio puso a este concierto en el programa de fiestas, bajo la denominación de Quitonía Festiva 2014.
Sin embargo, a través de las redes sociales, aparecieron las voces ‘virtuales’ de siempre que cuestionaron los montos y hasta el escenario. Todo esto terminó con el anuncio de que será ‘gratuito’ para los espectadores; el Municipio pondrá USD 2 millones.
Anunciar la gratuidad de un acto de esta magnitud, a menos de una semana de su realización, deja un mal sabor de boca. Si era una decisión tomada con anticipación se pudo definir de mejor forma la entrega de entradas y que no sea un proceso que se reduzca a la presentación de la cédula y al simple registro para no repetir la entrega.
Las fiestas de Quito van más allá de la celebración y se vinculan con la construcción de ciudadanía y, en este caso, de quiteñidad. Si era algo previsto con las entradas se pudo ‘premiar’ iniciativas y acciones ciudadanas que trasciendan. ¿Acaso será trascendente para la ciudad escuchar gratis a Sting y Blades?