Muy probablemente usted ha visto las propagandas en las que se compara el gasto del Gobierno actual con el de gobiernos anteriores. Me refiero a las múltiples propagandas en las que aparecen tres columnas chiquitas y una columna enorme con los colores de la Bandera del Ecuador. La columna enorme representa el gasto del Gobierno actual.
Al menos para el sector de la salud, esas propagandas pueden dividirse entre las que cuentan una ‘mentira económica’ y las peores.
En marzo de este año, en el diario digital El Ciudadano apareció la primera propaganda para el sector de la salud. En ella se señalaba que en el último año de
Mahuad y en el primero de Noboa (1999-2000) la inversión en salud fue de USD 26 millones; que en los dos primeros años de Lucio (2003-2004) fue de USD 169; que entre los últimos meses de Lucio y el año y medio de Palacio (2005-2006) fue de USD 242 y que en el Gobierno actual sería de USD 411 millones. A pesar de que no lo dicen, aparentemente se refieren a los dos primeros años de este Gobierno.
Esa comparación, que presenta los datos del gasto en infraestructura en salud, podría calificarse como una ‘mentira económica’, porque si bien compara inversión con inversión, compara dólares de diferentes épocas. Un dólar de 1999 no es lo mismo que un dólar del año 2008.
Para tener una comparación adecuada, se la debería hacer con dólares ajustados por inflación, con porcentajes del PIB o con su equivalencia en barriles de petróleo. Pero esto no es nada.
En julio de este año, en el mismo diario digital, volvió a aparecer una propaganda en la que se enseñaban los mismos datos de inversión en salud para los gobiernos anteriores, pero en la que se aumentaba lo gastado por el Régimen actual de USD 411 a USD 1 755 millones. Ese último dato (USD 1 755 millones), es el gasto total en salud de los dos primeros años del Gobierno actual, donde se incluyen sueldos, materiales, medicinas, equipos, etc. En otras palabras, se está comparando ‘gasto total’ con ‘gasto en infraestructura’. Eso es peor que una simple ‘mentira económica’.
Con la segunda comparación, las columnas de los gobiernos anteriores casi desaparecen, pero no podía ser de ninguna otra manera, pues lo que se está haciendo es un paralelismo tramposo. Se comparan distintos tipos de gastos, con dólares de diferente poder de compra.
Finalmente, hay una falacia común a todas estas comparaciones, una falacia fanáticamente repetida por la izquierda ecuatoriana que consiste en ignorar la calidad del gasto público y resaltar sólo la cantidad. Son ciegos ante el hecho de que pueden duplicar o triplicar el gasto y seguir dando un pésimo servicio. Y pueden contratar a centenares de estadísticos y seguir haciendo las comparaciones equivocadas.