Cuatro profesionales hablan sobre el castigo físico aplicado a los niños

En la imagen de izquierda a derecha: Freddy Álvarez, Natasha Montero, Alegría Crespo y Paulina Morales. Fotos: Archivo / EL COMERCIO y Cortesía

En la imagen de izquierda a derecha: Freddy Álvarez, Natasha Montero, Alegría Crespo y Paulina Morales. Fotos: Archivo / EL COMERCIO y Cortesía

El castigo corporal incrementa conductas indeseadas, que los padres creen eliminar. Foto: Pixabay

“A mí me pegaron y no me ha pasado nada. A nadie le hace daño un golpe para corregirlo”. “La chancleta con la que me pegaba mi mamá funcionó”. “Los niños de ahora son incontrolables y hace falta mano dura”. Esos son algunos comentarios que se escuchan y se leen en estos días, en el debate generado sobre el uso del castigo físico para disciplinar a niños y adolescentes.

La escena de un profesor golpeando a sus alumnos adolescentes con un palo ha provocado discusiones a todo nivel. Unos defienden el método de los golpes, otros rechazan toda forma de violencia.

Elizabeth Gershoff, investigadora y profesora de Psicología de la Universidad de Texas, en EE.UU., estudió los efectos del castigo corporal en los niños. Y concluyó que incrementan conductas indeseadas, que los padres creen eliminar; reducen la internalización moral e incrementam la agresión por parte del niño y la conducta antisocial; aumentan el riesgo de ser víctimas de abuso físico pues los padres aumentan el castigo si no obtienen la respuesta que buscan, y hay más posibilidades de que esos niños se vuelvan adultos agresivos.

La psicóloga también encontró que el efecto del castigo físico se relaciona con la obediencia inmediata de los niños, luego de recibirlo. Pero eso no implica que aprenda a comportarse de modo adecuado sino que busca evitar el dolor.

Cuatro profesionales vinculados a temas educativos dieron sus puntos de vista en torno al maltrato o castigo físico como forma de imponer disciplina en escuelas y colegios.

En la imagen de izquierda a derecha: Freddy Álvarez, Natasha Montero, Alegría Crespo y Paulina Morales. Fotos: Archivo / EL COMERCIO y Cortesía


Paulina Morales
Decana Ciencias de la Educación de la PUCE


‘Hay que superar el modelo conductivista’

Fuimos educados a través del modelo conductista, con estímulo y respuesta. Si nos amenazan con un castigo, nuestra conducta cambia. Pero son reacciones temporales, frente a la violencia actuaremos con pasividad, como el experimento de Pablov. Cuando la sociedad naturaliza la violencia, justificamos el maltrato a la mujer por parte de la pareja o viceversa. Siempre requeriremos del golpe, del maltrato, de un estímulo violento para poder tener una sociedad educada. Ese paradigma educativo es errado. Ante lo ocurrido en el Mejía dicen ‘me hice hombre porque ese profesor me pegó’.

Les pido cambiar la afirmación por pregunta, ¿acaso esa sociedad necesita de la violencia para actuar? ¿Si no le pegaba no se convertía en un buen hombre?
Entiendo que por la masificación de la educación, con 60 chicos en un aula, si el profesor pretende que le atiendan estando delante de ellos, solo puede usar el modelo conductista para manejar el aula. Pero hay más opciones como el aprendizaje basado en proyectos, en el que se aprende sobre comunicación, tolerancia, en el que fluye el aprendizaje significativo. Las escuelas son más que espacios de cuatro paredes, deben ser espacios abiertos, los profesores pueden dividir al curso en grupos de cinco o 10 chicos y convertirse en guías y orientadores. La disciplina no la impondrá él, será parte de la convivencia humana, los chicos buscarán resolver una situación, sumarán esfuerzos, trabajarán el respeto a la opinión de otros.

Alegría Crespo
Phd en Educación y rectora de Colegio Terranova

‘La violencia de un profesor no puede ser tolerada’

No hay justificación para ningún tipo de acto de violencia contra los estudiantes, sea cual fuere la razón. Si queremos formar una sociedad respetuosa, nosotros somos el ejemplo, los adultos, tanto padres como docentes. No porque nos hayan criado así, pues muchos dicen a mí también me pegaron, eso les hizo personas de bien. El estrago de los golpes sigue teniendo efecto porque lo replican sobre sus hijos y sus hijos seguramente lo hacen como compañeros que toman como víctimas. Es un círculo vicioso que no termina. Si hay una agresión, el agredido hará lo mismo con otra persona, se convierte en una cadena que no para nunca. Mientras sigamos tolerando cualquier tipo de violencia no lograremos más que una sociedad que respeta por miedo al castigo. Subestimamos la inteligencia humana al hacer que los chicos actúen por miedo al castigo más no por respeto a su prójimo.

Es inconcebible que en el siglo XXI siga ocurriendo maltrato físico de profesores. El Ministerio de Educación debe sentar precedentes, hay un mínimo espacio personal que no puede ser transgredido de ninguna forma; es una humillación que le peguen a un alumno, y esto no puede seguir siendo tolerado, denigran al ser humano.

Natasha Montero
Magister en derechos humanos y experta en temas de niñez

‘Se ha naturalizado la violencia’

La violencia está generalizada y naturalizada. Vemos que tantas generaciones han sido educadas con violencia que les parece normal y defienden al inspector. Después de tantos años de ratificada la Convención, los derechos de los niños sigan en el último peldaño. Las autoridades se quedan muy cortas, con lo ocurrido en el Mejía, la separación debió haber sido impuesta no solamente al profesor sino a las autoridades del colegio. Aceptar eso es un maltrato institucional.

No es un proceso fiscal, es un proceso administrativo, un video es suficiente para tomar las medidas de protección que se requieren, el video es público, ha sido visto en redes sociales y es una evidencia. Está bien hacer ciertos pasos como la notificación al docente, pero las medidas de protección deben tomarse de forma inmediata. No hay nada que prohíba separar al docente de la institución y reubicarlo en funciones administrativas, pero no es una obligación.

En este caso procede no solo la separación sino prohibición del docente de acercarse a estudiantes, hay una manipulación del caso, apoyada por personas inconscientes de los derechos de sus hijos, que aceptan la violencia como forma de disciplina y eso nos genera más violencia social.

Freddy Álvarez
Rector de la U. Nacional de Educación

‘No se puede garantizar disciplina con castigo físico’

Es inadmisible, hoy no se puede tolerar ningún tipo de violencia física ni psicológica ni moral dentro de las instituciones educativas. Cualquier argumento normaliza ese tipo de actos que de manera desafortunada siguen presentes en nuestros planteles en América Latina y en varias partes del mundo.

La violencia no puede ser justificada, violencia contra la mujer, contra los grupos socialmente excluidos, tampoco la violencia que se ejerce bajo el ritual institucional del profesor frente al estudiante. Requiere una sanción. Desde la Universidad Nacional de Educación formamos maestros nuevos, que están en una relación de enseñanza- aprendizaje con los estudiantes, lo básico en esa relación es precisamente el respeto, el reconocimiento de que estamos frente a otras personas.

Dentro del aula de clases, el profesor o la maestra no pueden garantizar la disciplina con castigos físicos o con discurso del siglo XIX, donde colocas el castigo como condición indispensable para que el estudiante atienda.

Necesitamos que el profesor genere motivación a partir de aprendizajes. Se debe ir cambiando modelos antiguos, que aún están presentes en instituciones urbanas y rurales. Se debe poner fin a esas prácticas.

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