Pablo Mauricio Páez
La deficiente educación, la crisis económica, la ingobernabilidad, la inmadurez política y otros aspectos señalados como “el principal problema del país” no son tal.
Pruebas al canto: hace bastante tiempo nuestras ciudades no admitían más vehículos, y los representantes de automotores importan cien mil o más por año, los bancos financian esas importaciones y la población los compra, endeudándose en los mismos bancos.
En otro aspecto, ya casi no existe gente de contextura delgada. La gordura es común y la obesidad extendida (más en el sexo femenino). ¿Por qué? Porque mucha gente vive para comer.
Es corriente ver al personal en las empresas e instituciones comiendo pan a las ocho de la mañana, mote con chicharrón u otra golosina a las diez; para almorzar sopa, plato fuerte y postre a la una de la tarde.
Hacia las cuatro de la tarde degustan galletas, quesadillas u otros bocadillos pringosos; para cenar, pacíficamente, por la noche en sus hogares.
Esto de lunes a viernes, el fin de semana copan los patios de comida de los centros comerciales y los restaurantes desperdigados en las ciudades. ¿Cómo no van a engordar? Cuando adolescente veía en Quito al Gordo Ramadán y al Papá Noel, en Navidad.
Ahora veo miles y miles de gordos y obesos.
Los dos aspectos citados sustentan -de lejos- el aserto de que la imbecilidad es problema medular nuestro. Y campea…
Podría referir más ejemplos, pero ¿para qué más?