Apurados y expectantes, tres moradores del pueblo originario kichwa de Sarayaku, en Pastaza, cargaban el plasma de 42 pulgadas, el miércoles pasado. La idea de contar con señal abierta de televisión los motivaba. Otros se encargaban de la conexión de la antena.
Antes de las 19:00 estaba todo listo. Desde esa noche, los pobladores se reúnen en la casa de convenciones para ver los noticieros e informarse de lo que está pasando afuera. Cuando se transmiten los reportajes sobre la zona y aparecen ellos, todos ríen y en su idioma no dejan de hacerse bromas.
Sarayaku -o río de maíz, en kichwa- tiene cerca de 1 200 habitantes. Se asienta en las riberas del río Bobonaza. Del un lado está lo que ellos le llaman la Pista porque ahí aterrizan las avionetas, uno de los dos medios de transporte que unen al pueblo con el exterior; el otro es vía fluvial, que en sequía toma dos días o más de trayecto.
José Gualinga, el presidente del gobierno Tayjasaruta (la unión de todas las comunidades), aclara que son un pueblo. “Tenemos 135 000 hectáreas y estamos divididos en siete comunidades: Shiwa Cocha, Sarayakillo, Cali-Cali, Chontayacu, Maukallacta, Ushillo Urku y Sarayaku Centro”, dice.
La población amazónica es un símbolo de la resistencia. Haber impedido el ingreso de las empresas petroleras a su territorio desde siempre fortaleció al pueblo con una identidad. En 1992, en Sarayaku nació la idea de la marcha para la titulación de tierras en el gobierno de Rodrigo Borja.
Según Patricia Gualinga, dirigente de las mujeres del poblado, actualmente viven una de las situaciones más complicadas de su historia: desde hace más de un mes dieron refugio a Cléver Jiménez, Fernando Villavicencio y Carlos Figueroa, acusados de injurias al presidente Rafael Correa, por un caso referido a la crisis del 30 de septiembre del 2010.
No tienen carreteras ni las necesitan. No hay carros, tampoco caballos, vacas ni cerdos. Lo que sí hay son pollos y perros. Las casas son de tierra con techos de paja o zinc.
Las mujeres se encargan de la chacra, el campo de cultivo en la selva a cargo de cada familia, todas con tierra. Allí se siembra, cultiva y cosecha yuca, la base de la dieta kichwa. Con ella, además, preparan la chicha que sirve para saciar la sed de los hombres o para comerla frita, cocida, en masa, asada…
Marlon Santi, expresidente de la Conaie y actual curaka (dirigente comunal) de Cali Cali, es oriundo de Sarayaku. Mónica Chuji también nació en el poblado de Pastaza. Solo que ella, cuenta Gualinga, se fue muy pequeña a Sucumbíos.
Carlos y Franco Viteri son primos. Ambos también nacieron en Sarayaku pero solo el presidente de la Gonoae, le ha dedicado más tiempo a la población. “Carlos viene muy poco y solamente a visitar a su mamá”, añade Gualinga.
La rutina diaria de la gente de Sarayaku se inicia a las 04:30. Los adultos se reúnen en un solar techado a beber guayusa y platicar sobre los problemas y los sueños. Depende de los últimos para salir a pescar o cazar.
Es la hora de los acuerdos y los recuerdos. La hoja de guayusa, entera en el pilche, es un estimulante prístino y digestivo. También hablan de política, de sus experiencias pasadas, de los retos actuales.
Los más pequeños van a la escuela, en donde el primer año aprenden todas las materias en kichwa; en los demás cursos van acoplándose al español y terminan hablando los dos idiomas. Algunos también aprendieron inglés o francés.
Pasado el mediodía, los más jóvenes se reúnen en el Waysanet, el infocentro de la población. El lugar funciona con paneles solares. Comenzó con un proyecto de la Universidad de Lérida, de Barcelona, España, el Ministerio de Educación y la Universidad Estatal de Cuenca. Fue en el 2000 y tenía la meta de formar licenciados con especialidad amazónica.
Una vez terminado el proyecto, la dirigencia negoció quedarse con la antena y firmaron un convenio con la CNT.
Por la noche se destaca la figura de Sabino Gualinga Cuji quien, con más de 90 años de edad, es un hombre célebre no solo en la selva amazónica sino en el mundo entero. Es un chamán o yachak y se encarga de uno de los rituales ancestrales; bebe ayahuasca y canta durante horas antes de efectuar una ceremonia de curación o de visiones mágicas.
Actualmente y en medio de la incertidumbre, los pobladores se preparan para celebrar la Pachamama y el cambio de mando. La fiesta está prevista para el 17 y 18 de mayo.
Para ello arman pequeñas casas en donde expondrán sus artesanías y comida típica. Allí también José Gualinga entregará su mandato.
El presidente Rafael Correa analiza, según dijo ayer en una entrevista en radio Ondas Carchenses, la posibilidad de declarar un Estado de Emergencia en Sarayaku. Esta calificación se daría en el caso de que los miembros de la comunidad impidieran nuevamente el ingreso a su territorio.
El pasado lunes, dos helicópteros policiales ingresaron a Sarayaku, pero sus miembros no pudieron descender de las naves ante la negativa de los habitantes.
Con ese antecedente, Correa reiteró que van a entrar nuevamente. “Diremos por favor entreguen a los prófugos, y si impiden la acción de la Policía declararemos el estado de emergencia”, señaló desde Tulcán, en donde se realizó el Gabinete Itinerante.
Según el Primer Mandatario, el pueblo Sarayaku está tratando de actuar como un estado autónomo al tener a los wio como un grupo de personas encargadas de la seguridad. Además, según otras autoridades gubernamentales, este grupo está armado y funcionarían como “paramilitares”.
Franco Viteri Gualinga, representante de las nacionalidades indígenas de la Amazonía y originario de Sarayaku, niega estas versiones. Él dice que no son paramilitares y que ellos resisten pacíficamente. Además, Viteri aseguró que Jiménez, Villavicencio y Figueroa ya no están en su territorio, pero que si el Gobierno prevé realizar una nueva incursión, debe coordinarla con la dirigencia de Sarayaku.
En contexto
Sarayaku es un pueblo amazónico que se ha destacado por su lucha antipetrolera y su resistencia. Actualmente enfrenta una nueva batalla tras refugiar a Cléver Jiménez, Fernando Villavicencio y Carlos Figueroa. Rafael Correa anunció una nueva incursión al territorio.