Rosalía Arteaga y Susana González son dos cuencanas que han alcanzado las más altas instancias de los poderes Ejecutivo y Legislativo: Presidencia de la República y del Congreso, en 1997 y en el 2000. Por coincidencia, ninguna de las dos pudo mantenerse por al menos un mes en esos cargos. ¿Machismo? El tema da pie a largas discusiones…
En el campo político son las mujeres que más lejos han llegado en el país. Rosalía empezó como Subsecretaria y luego Ministra de Educación, antes de acceder a la Vicepresidencia y asumir por tres días la Presidencia tras la caída de Abdalá Bucaram (PRE), el 5, 6 y 7 de febrero de 1997. Él fue declarado por el Congreso sin uso de sus facultades mentales y le sucedió Fabián Alarcón (FRA).
Ahora, 15 y 12 años después, Rosalía y Susana han dado vuelta a la página. La política parece haber sido solo un capítulo en sus vidas. Se mantienen al tanto de lo que sucede en la política nacional a través de la prensa. “Fue una experiencia, a través de la que descubrí -cuenta González- cómo es en la práctica el ejercicio del poder. Ella, de 65 años, nos recibe en la amplia sala de su casa, de tradicional fachada de piedra, en Los Pinos y Ordóñez Lasso, sur occidente de Cuenca.
La acompaña su esposo, Alcibiades Vega, de 70, jubilado hace seis meses como profesor de la Facultad de Arquitectura. “Ashico’, estás despeinado”, le dice y le acomoda el cabello. Tienen 45 años de casados, tres hijos y seis nietos.
Disfrutan esta etapa sin preocupaciones. Así que les ha sorprendido el pedido de entrevista. La última vez que los medios la buscaron fue para hablar de su libro ‘Tradición y cambio de las fiestas religiosas en Azuay”, en el 2010.
El retrato de Arteaga no aparece en el Salón Amarillo de Carondelet. Y el lugar que ocupó en la historia ni siquiera se registra en algunas páginas web en las que se nombra a quienes dirigieron el Ecuador, desde que fue República, en 1830. En el Palacio tampoco consta la imagen del ‘interino’ Alarcón (retirada por pedido de Rafael Correa), a quien ella define como: “Un vivo que logró pescar a río revuelto y condicionó al Congreso con cierta habilidad”.
Susana González fue diputada por tres períodos. En el tercero y último condujo el Congreso por 22 días, en agosto del 2000, contrariando el deseo de León Febres Cordero, líder del PSC, que tenía un candidato: Xavier Neira. Hubo una pelea por el poder que hizo que diputadas -como Cecilia Calderón y Nina Pacari- la custodiaran el día de la elección.
Rosalía Arteaga, de 55 años, está divorciada y es incansable. No se volvería a casar ni a someterse a la disciplina de un partido. Disfruta de la libertad para viajar; sus hijos son adultos y le han dado tres nietos. Los últimos meses del 2011 estuvo en Polonia, en un foro económico; en Finlandia, Alemania, Taiwán… La charla empieza a las 08:00, en Bellavista, en el norte de Quito, en la Fundación para la Integración y el Desarrollo de A. Latina, que preside. Luego debe recibir a unos británicos por su empresa de relaciones públicas.
Despacha en su espaciosa oficina, en la que tres de las cuatro paredes tienen estanterías con libros sobre ambiente, novelas, cuentos y revistas. Su escritorio la coloca de espaldas a un capulí, en el que revolotean mirlos. Cuando le hacen fotografías pide que sean de su lado izquierdo, el mejor. Lo sabe pues desde hace 14 años tiene un programa semanal en Telerama y otro en Radio María y escribe para cuatro periódicos.
Que ambas (Arteaga y González) vistan elegantes chaquetas y pantalones el día de la charla con este Diario es una coincidencia: la primera dice preferir las faldas, pero a veces las deja por el clima frío. Susana ahora pasa mucho tiempo en el campo, así que prefiere casacas (chompas) y usar canguro en lugar de cartera.
Los vínculos con el poder
“Este salón será iluminado por la luz de la razón”, dijo Cecilia Calderón, y colocó velas en las curules. Todo el edificio legislativo estaba a oscuras. Era como si la tensión hubiera reemplazado a la electricidad, el primero de agosto del 2000. Luego de una reunión de todos los bloques, a excepción del socialcristiano, se resolvió elegir a Susana González presidenta del Congreso. Hubo forcejeos y las mujeres durmieron en el suelo para cuidar el cargo.
“Eran mujeres apoyando a otras mujeres”, apunta González, quien, sin embargo, descarta que su corto paso por la Presidencia sea un caso de machismo. Nunca ha sentido eso. Su esposo la apoyó cuando decidió ir a la universidad, mientras sus hijos asistían a la escuela. Reconoce que Jaime Nebot, quien la invitó a unirse al PSC, la escuchó y respaldó por mucho tiempo. Lo que vivió fue un episodio más de los juegos de poder, al que siempre vio como algo temporal. “El poder es como una droga, crea adicción”.
Para Calderón, la única frente a 79 diputados varones en 1986, hubo machismo, “era un juego de poder manejado entre hombres, que saben cómo reaccionan, cómo entran en el toma y daca… Sabían que ella no se amoldaría”.
En el 2000, Susana tuvo a la mayoría a su favor, pero dejó la Presidencia para contribuir a que se calmaran las cosas, sabía que el PSC incluso había pedido al Tribunal Constitucional que anulara su elección. Ella sintió su tranquilidad amenazada y, a momentos, se veía “como en un campo de batalla con francotiradores apuntándole”. Ahora eso es pasado.
Aunque no niega que ella, como otras mujeres que han pisado la política, lo hicieron en un campo minado. Así, en sus primeros días en el Congreso, sintió que sus compañeros asumían que ellas estaban en la política por “novelería”. “No sé si pensaban que nos aburrimos de ir a los tés y que buscábamos competir por el poder con ellos”, dice. Y recuerda que se ganó el respeto de todos. Logró que se aprobaran dos leyes de su iniciativa: de Descentralización del Estado y Participación Social y de Distribución del 15% del presupuesto para gobiernos seccionales. Poco a poco dejaron de ser tan galantes, de verlas como a las damas que necesitaban que les abrieran el ascensor.
Distintas formas en que alcanzaron sus curules
Sexismo
Varias políticas llegan al poder por invitación…
Según el libro ‘Mujeres congresistas, estereotipos sexistas e identidades estratégicas’, de Violeta Mosquera (2006), pocas mujeres llegan al Legislativo tras hacer carrera en la política. Ella estudió los casos de 17 diputadas, del período 2003-2007.
Historias
La forma en que las mujeres se vinculan a los partidos
La investigación mostró casos: Cynthia Viteri (hoy MDG), como periodista se unió a la campaña presidencial de Nebot y se quedó en el PSC; Silvana Ibarra, cantante acogida por el PRE; Silka Sánchez, jefa del Prian tras ser parte de empresas Noboa.
Dato
Una diputada elegida cedió la curul a su esposo
En el 2007, aunque fueron elegidas 18, de un total de 100 legisladores, Patricia Morán le cedió su curul a su esposo, Luis Almeida, postulado como alterno, según el libro de Mosquera. Las mujeres también participan en recolección de fondos, etc.
Denuncia
La polémica sobre la Ley de Cuotas y la paridad
Desde 1998, en el país rige la Ley de Cuotas, regla en la Ley de Elecciones que establece una cuota de mujeres en las listas y la participación alternada y secuencial. Al inicio se exigía un 30% de mujeres en las listas hasta llegar al 50 y 50, la paridad.
Ley
Para qué sirve imponer candidatas en las listas
Según Rosana Alvarado, de A. País, solo se busca garantizar una competencia en términos de igualdad. Para Hilda Herrera, presidenta de la Asociación de Mujeres Municipalistas, que se elija en plancha y no entre listas las perjudica.