Enrique Peruzzotti, catedrático argentino
Las ciencias sociales catalogan a los gobiernos de Rafael Correa, Hugo Chávez y Evo Morales como populistas radicales. ¿Qué significa para ellos la soberanía?
Básicamente, que el pueblo es el soberano y que, por lo tanto, está por encima de todo, incluso de las instituciones establecidas.
¿Desde ese discurso, dónde quedan los conceptos tradicionales de soberanía, protección de las fronteras o de las amenazas externas?
Hay una noción de soberanía ligada a la democracia y que está presente en los populismos anteriores y que en parte ha sido retomada por los actuales llamados también radicales. Ese es el hilo conductor. En los anteriores populismos había mayor énfasis en temas de soberanía territorial, nacional, etc. Esta idea de soberanía, ligada al Estado-Nación único y homogéneo se ha replanteado.
¿Por qué? ¿Ya no es importante el territorio para estos gobiernos?No es que ya no sea importante proteger el territorio. El proceso democractizador actual en América Latina, y la tendencia a crear instituciones regionales y procesos de unificación de los países en grandes bloques hacen que las hipótesis de conflicto hayan disminuido. Además, en el pasado había una fuerte presencia de los militares en la vida política, donde su visión de conflicto tenía un mayor peso. Antes, en Argentina, los militares estaban en permanente competencia con los militares de Brasil y Chile.
El presidente Chávez ha visto en EE.UU. un enemigo de alcance militar y Correa tuvo un discurso aglutinador y crítico frente Colombia, tras el ataque de Angostura del 2008. ¿La visión de soberanía en estos casos mantuvo el concepto tradicional?
En un líder carismático pueden convivir ambos conceptos. Incluso, estos pueden ir de la mano en un mismo discurso. Pero la idea de lo soberano va más allá.
¿A qué se refiere?
Chávez pudiera ser considerado como un caso paradigmático del populismo. También el peronismo argentino. El gobierno del presidente Correa puede ser más complejo de definir, al igual que el de Morales, quien busca una redefinición de la nación, donde lo que se reivindica es lo heterogéneo por encima de las concepciones republicanas.
¿Desde un plano básicamente discursivo?
El discurso populista tiende a ser más polarizante. Es parte de la estrategia de construcción de la identidad, donde es necesario dividir el campo político en dos bandos. En algunos casos, el énfasis se hace en los enemigos internos del proyecto político y, en otro, en quienes amenazan a la nación, alimentando la posición antiimperialista o anti EE.UU.
¿Según el discurso populista, qué tipo de soberanía administra el pueblo?
La idea de que la democracia es el reinado del pueblo y, por lo tanto, es la única autoridad soberana donde estos gobiernos carismáticos la representan de manera legítima a través del voto.
¿Para qué le sirve al pueblo esa idea de soberanía?
Para avanzar en los proyectos políticos por sobre los denominados actores que conspiran contra ellos. Es decir, los sectores que se definen como antipopulares…
¿Puede ser quienes representan a la institucionalidad ‘caduca’ o a la partidocracia?
Claro. Este es un rasgo problemático de estos gobiernos y sus líderes que representan la encarnación del pueblo, donde queda muy poco espacio para el accionar de la oposición, de los sectores autónomos, la sociedad civil y los medios de comunicación. La idea de cómo se piensa la soberanía puede terminar en intervenciones autoritarias.
La diplomacia ecuatoriana se ha mostrado preocupada por la forma en la que, a su juicio, el presidente Correa está desmantelando a la Cancillería. ¿Es un ejemplo de cómo la soberanía se ejerce por fuera de lo institucional?
No podría hacer un comentario concluyente sobre este caso. Pero existe el interés de relacionar a estos sectores con la oligarquía. La diplomacia puede entrar en esta lista de obstáculos, según las prioridades del Presidente o dónde él identifique que hay voces que lo cuestionen.
Desde lo académico, ¿es posible hablar de varias soberanías: alimentaria, financiera… como lo hace el Gobierno ecuatoriano?
Son nuevas formas de ver la política y puede ser algo muy positivo. Hay que tomar en cuenta que un fenómeno que siempre caracterizó al populismo es la demanda de inclusión de los desposeídos y sobre ellas se construyen estos nuevos discursos que repiensan temas tan abstractos como la definición de lo soberano .
¿Esta nueva visión de lo soberano puede descuidar o debilitar aspectos centrales como la seguridad nacional?
No necesariamente. Es más bien un debate enriquecedor. El mundo ha cambiado y la política se ha vuelto más compleja, sobre todo en el aspecto subnacional, sin desconocer la fuerte presencia de actores regionales. La sociedad civil ahora se siente más global. Por esa razón, la idea de que la política y la democracia, que estaba muy centrada en el Estado-Nación, debe ser repensada sin que ello diga que vaya a desaparecer.