No es una falta de ortografía. Esta columna no tiene como propósito reflexionar sobre las expectativas que año tras año dejan en este día, en las calles de nuestras ciudades, los pocos trabajadores organizados que tiene el país.
La reflexión va en torno a un hecho que, por el peso político de sus actores, tendrá más impacto en el Ecuador: la convención nacional del movimiento Alianza País.
Ayer, en la entrevista que Carlos Marx Carrasco (la figura encargada de ejercer disciplina en el oficialismo) dio a varias radios privadas, vaticinó que mientras Correa permanecerá en silencio ante el nutrido auditorio, todos los fieles revolucionarios gritarán al unísono “reelección”.
Dada la influencia que el nuevo Ministro de Relaciones Laborales ostenta actualmente, sus premoniciones merecen toda la credibilidad del caso. Todos los argumentos que se esgriman en esa cita justificarán la permanencia del Mandatario en el poder.
La convención de mañana en Esmeraldas, como señala la ministra Viviana Bonilla en la entrevista que este Diario presenta en la página contigua, es un acto de supervivencia política y para ello se necesita un Rafael Correa de larga duración.
Sin embargo, lo importante de esa cita no será anticiparse a unas resoluciones por demás previsibles. Lo que cabe analizar, y con mucho interés, es el debate en voz baja que se produzca en esa cita nacional. El propio Presidente marcó la agenda: hablar del fin del sectarismo en su organización y de la necesidad de reencontrarse con los líderes locales que este 23 de febrero dieron un paso adelante en relación a los candidatos de gobierno. De seguro habrá decenas de adherentes y mandos medios que querrán que la dirigencia nacional les dé, por lo menos, alguna explicación.
Serán estas expresiones por una verdadera democratización del movimiento verde flex, las que pudieran concitar el interés de una opinión pública que espera ver cuán profundas y autocríticas serán las reflexiones post 23-F.