Arturo Valenzuela, secretario de Estado adjunto de los Estados Unidos para Latinoamérica, acaba de visitar nuestro país. Luego de haber mantenido varias reuniones con las más altas autoridades de nuestro país, vale la pena hacer una revisión no solo de la visita de Valenzuela sino también de la política exterior del actual gobierno.
Y aunque el secretario de Estado ha mostrado gran apertura, no me queda claro cuáles van a ser las acciones concretas que emprenda el actual gobierno. Al contrario, tengo ciertas dudas.
Digo esto porque tengo la impresión de que el actual gobierno tiene serias falencias en materia de política exterior. Por un lado, se dice que las relaciones con Estados Unidos son de lo mejor; sin embargo, se insiste en pedir explicaciones del acuerdo firmado entre EE.UU. y Colombia para el uso de siete bases militares.
No es que esto sea ilegítimo. Lo que preocupa en realidad es que este tipo de temas tengan más prioridad que otros. Por ejemplo, pese a ser EE.UU. el principal destino de nuestras exportaciones, la agenda comercial durante estos tres años de gobierno ha sido relegada.
Pese a ello, se ha dado prioridad a relaciones con países como Irán, Rusia, Cuba y Venezuela. ¿Qué beneficios concretos ha producido? Al contrario, hemos dejado en tercer plano un acuerdo comercial con la Unión Europa, junto a Colombia y Perú.
No alcanzo a comprender la intención de Correa de reunirse con el presidente Obama. Con tanta queja hacia el imperio, no sé si finalmente nuestro presidente sea capaz de plantear un tratado de libre comercio con EE.UU. Más bien, podría hablar del fracaso que ha tenido hasta el momento como presidente pro témpore de la Unasur o de lo difícil que resulta ser soberano cuando por un lado criticamos la presencia militar norteamericana en Colombia, pero nos quedamos callados de la penetración de Rusia en la región. ¿Qué podemos decir de la compra de armamento que Chávez ha hecho a Rusia por más de USD 2200 millones y de los convenios de cooperación en términos de energía nuclear con “fines pacíficos”?
Todo esto es parte de la política errática de este régimen. De nada sirve definir objetivos de política exterior como se ha hecho en el Planex 2020 si antes no se han identificado intereses esenciales para la supervivencia del Estado. Todo esto tiene que hacerse en el marco de unas relaciones de poder. La política exterior del Ecuador debería tomar en cuenta estos elementos. No ser tan realistas como para perder de vista el progreso de las relaciones entre países, ni tampoco tan liberales como para desconocer los evidentes desequilibrios entre Estados. Valores y poder nacional deben ir de la mano.