En el Comité del Pueblo, por la calle Jorge Garcés caminan policías metropolitanos, para evitar que nuevamente los vendedores autónomos ocupen la vereda. Foto: El Comercio
Están por todos lados: a pie, en motos y camionetas. A lo largo de la calle Jorge Garcés, la vía principal del Comité del Pueblo, un populoso barrio ubicado en el norte de la capital, más de 150 policías metropolitanos controlan el orden. Su misión: evitar que cerca de 500 comerciantes que históricamente se han ubicado en las veredas de esta arteria, ocupen el espacio público otra vez.
Desde el pasado viernes 13 de noviembre, los comerciantes fueron reubicados en el nuevo Centro de Comercio Comité del Pueblo. La construcción de la infraestructura tomó más de tres años y tiene capacidad para recibir a 397 vendedores.
Allí fueron reubicadas las personas que vendían en el espacio público y que no tenían locales comerciales en la zona ni puestos en ferias o mercados del Distrito Metropolitano.
Marco Murillo, de la Agencia Distrital de Comercio, contó que en los operativos participan miembros de la Policía Metropolitana, la Agencia Metropolitana de Control y Policía Nacional.
Según Marco Haro, inspector de la Policía Metropolitana, desde el viernes, la zona no se ha quedado sin la presencia de los uniformados en la zona. Trabajan en turnos de ocho horas y luego de los disturbios del viernes, no se han reportado novedades.
Mientras los agentes caminan por la vía, algunos madores los felicitan, les piden no volver a permitir las ventas en las veredas. Una de ellas es Clemencia Araujo, quien vive en el Comité del Pueblo, desde hace 30 años. Hace cinco años, su hija mayor fue atropellada por tener que caminar por la calle ya que las veredas estaban llenas de vendedores.
Haro cuenta que sus agentes no han sido víctimas de agresiones. Solo el viernes uno de los compañeros intentó tranquilizar a la gente que se quejaba por no poder trabajar en la vía pública y recibió golpes, pero afortunadamente, llegaron refuerzos y el problema fue resuelto.
Los policías metropolitanos caminan en grupos desde la avenida Eloy Alfaro hasta el centro comercial.
Desde las 07:00, hasta las 09:00 no hubo presencia de comerciantes en las veredas de la Jorge Garcés. Jose Sanga, de 63 años, miembro de la Asociación 2 de Junio, es dueño de una frutería en la zona. Cuenta que el también vendía en el espacio público, pero no fue reubicado debido a que ya tenía un local.
El Centro de Comercio abre sus puertas antes de las 07:00. A las 06:00 comenzaron a llegar las comerciantes que venden comidas, en el cuarto piso del lugar. Los primeros resultados, dicen, son positivos.
América Páez vende jugos en el lugar. Asegura que el sábado pasado expendió USD 150. Antes, en la calle vendía, cuando le iba bien, USD 50.
No es un caso aislado. A la entrada del centro comercial está María Ayala, de 62 años, quien oferta frutas y verduras.
Para ella, la venta estuvo buena el fin de semana. Logró vender unos USD 200, mientras que en las calles los fines de semana no reunía ni 90.
Confiesa que ella era una de las vendedoras que no quería ingresar al centro comercial por temor a que las ventas fueran bajas. “Pensaba que era inseguro y que nadie iba a entrar. Ahora hay que ver entre semana cómo nos va. Un lunes en las calles vendía muy bien, hasta USD 60. Hay que ver qué tal nos va hoy”, comentó. A las 09:00, cientos de clientes recorrían el centro comercial.