El piropo es considerado una forma de galanteo y picardía lleno de sal quiteña. Era usado como una forma de cortejo para conquistar a las damas. Frases como: dicen que estoy loco porque estoy de ti enamorado, yo digo que estoy loco porque aún no me he declarado, conquistaban el corazón de las mujeres durante la época colonial.
Según Pedro Mayorga, de 78 años, para decir un piropo era necesario ser caballero, galante, y respetuoso, aunque no muy guapo. “Lo que se escucha hoy en la calle no es un piropo. Antes las mujeres hasta se querían casar con uno cuando escuchaban un buen piropo”.
En eso coincide Marco Carrillo, de 72 años, él cree que esta forma de galanteo era un don, ya que no todos los hombres tenían la sutileza para conquistar a una mujer. “Hoy en día esta forma de enamorar ya se ha perdido, ahora a las mujeres ya no les gusta tampoco”.
Con una flor en la mano, bajo un balcón y quitándose el sombrero, los hombres dirigían sus versos a los mujeres que querían enamorar, al menos así lo recuerda Ramón Castro, de 69 años. Castro cuenta que fue su hermano quien le enseñó a conquistar de esa forma. “Yo era tímido pero cuando mi hermano me enseñó ya pude conseguir enamorada”.
Castro lamenta que sus hijos y sus nietos ya no digan piropos, aunque él se los haya enseñado durante varios años.
Para el administrador de la zona La Delicia, Óscar Chalá, el piropo es una característica típica del quiteño, una tradición que, según él, no debería perderse. “Los piropos demuestran la gentileza que se tenía en el pasado”.
Y por esta razón desde el año 2000, durante las fiestas de Quito, se realiza el Festival Estudiantil del Piropo, donde estudiantes de varios colegios del norte del Distrito escriben y recitan sus creaciones que van dirigidas tanto para las mujeres como también para dar un homenaje a la ciudad.
Estos piropos tienen una mezcla de tradición y modernidad, e incluso ahora son las mujeres las que los dicen. Por ejemplo: quiteño de pelo lindo de ojos azul celeste, yo he de vivir contigo aunque la vida me cueste.