Las personas con discapacidad son víctimas frecuentes de robo. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
Desde que tres desconocidos le robaron USD 1 200, Mario toma precauciones cuando va en su silla de ruedas por las calles de Ambato.
Fue un martes de agosto del 2011, a las 10:00. El hombre, de 51 años, llevaba el dinero en un pequeño bolso. Se dirigía a cancelar el agua, la luz y el teléfono de las ocho empresas a las que prestaba este servicio. Transitaba por la Bolívar y Castillo, en el centro de la ciudad, y en segundos dos mujeres se le acercaron preguntando una dirección, luego un hombre con un puñal en mano pidió que le entregara el dinero. Le amenazó con matarle.
Atemorizado no pidió ayuda. Luego todos escaparon, alertó lo sucedido, pero nadie lo asistió. Las empresas le condonaron el 50% de la pérdida.
El año pasado terminó de cancelar los USD 600 restantes. “Las personas con discapacidad son las más propensas a los robos, por eso debemos adoptar nuestras propias precauciones como no caminar en la noche o por zonas desoladas”, explica.
Estadísticas del Consejo Nacional de Igualdad de Discapacidades, muestran que en el país hay
361 511 personas con alguna capacidad especial. La mayoría tiene problemas intelectuales, visual, de lenguaje y auditivo.
Precisamente para cubrir a este último grupo, la Policía inició un plan nacional para que sus miembros puedan comunicarse en base a señas.
Comenzó en Tungurahua y en el momento 20 uniformados siguen el curso de capacitación. El plan piloto Seguridad sin palabras consiste en aprender el lenguaje en señas para atender a las personas con problemas auditivos. Los uniformados que se capaciten replicarán sus conocimientos a más uniformados.
Patricio Carrasco, jefe de la Policía Judicial de Tungurahua, dice que la seguridad está dirigida a toda la gente y en especial a las personas con discapacidad. Por eso, frecuentemente les imparten recomendaciones para evitar el robo, como caminar acompañado con un familiar o un amigo de confianza para desarrollar sus actividades bancarias o de estudios. De ser posible solicitar el apoyo a la Policía marcando el número de emergencias 911.
Uno de los sitios detectados de mayor riesgo para estos grupos son precisamente las afueras de las entidades financieras, buses y vía pública.
Un informe emitido por la Asociación de Parapléjicos de Tungurahua, en los últimos dos años se reportaron más 50 robos a sus socios.
Carlos Viera, presidente de la agrupación, dice que el tema no lo consideraron dentro de los procesos de capacitación.
Sin embargo, lo incluirán en los próximos meses en la agenda. “Aprovecharemos que estamos unidos las cuatro discapacidades en la Casa El Peral para comenzar a capacitarnos. El objetivo es bajar los índices de asaltos y robos a nuestros socios. Y ellos puedan defenderse”.
Aún nerviosa Jenny Terán, de 30 años, camina temerosa por la calle Sucre, en el centro de la urbe. Ella sufre con el 65% de discapacidad y no puede mover su mano derecha. Eso le impidió defenderse el jueves a las 18:00 cuando un desconocido le arranchó su celular. “Saqué para contestar la llamada de mi hijo y me arrancharon. Nadie me ayudó”.
La Asociación de Trabajadores No Videntes de Tungurahua comenzará cursos de defensa personal para los 70 socios. Luego se extenderá a otras agrupaciones. “El objetivo es que nos defendamos”.
Los asociados comercializan revistas, caramelos y alquilan el teléfono. Para evitar que sean estafados optaron por cobrar en monedas por sus servicios. En lo que va del año, los negocios de cinco socios fueron atracados. Ahora toman las precauciones.