Los guardias de seguridad laboran en turnos de 12 horas y hacen rondas cada 60 minutos. Foto: EL COMERCIO
Quienes ingresan a El Ejido, a partir de las 18:00, desafían al peligro. Los robos constantes son una queja de las personas que caminan por este parque que funciona como una frontera imaginaria entre el centro y norte de la ciudad.
En el interior hay cuatro guardias de seguridad que laboran en turnos de 12 horas. Ellos dicen que hacen rondas cada 60 minutos, desde las 18:45 hasta las 06:45.
Este patrullaje frena parcialmente la visita de personas que beben alcohol o consumen sustancias estupefacientes. En más de una ocasión, han tenido que pedir que salgan del espacio público.
Los usuarios como Jerry Cando indican que ver a personas en estado etílico o mendigos durmiendo en el césped causa una sensación de inseguridad. Por eso pide más controles.
Este Diario realizó un recorrido, la noche del lunes 16 de noviembre, al interior del parque. Se constató a un grupo de 5 personas que libaban en el extremo que colinda con las avenidas Patria y 10 de Agosto. En este sector no hay iluminación y es uno en los que más asaltos se reportan.
En el 2014 se denunciaron 8 701 robos a personas en el Distrito. De ellos, el 2%; es decir, 174 casos, se dieron en los parques, según información de la Secretaría Metropolitana de Seguridad.
Los guardias reconocen que este sitio es inseguro y que en más de una ocasión han tenido que intervenir para impedir robos. Un patrullero policial, incluso, entró la noche del lunes al parque para reforzar la seguridad.
Los guardias tienen palos y gas para repeler a los antisociales. Para protegerse usan un chalecto antibalas y se comunican mediante una radio en caso de que necesiten refuerzos. También tiene un botón de pánico que lo activan “si la cosa se pone dura”.
En El Ejido han encontrado, en la madrugada, a personas teniendo relaciones sexuales a quienes han tenido que retirarlas . También se encuentran con gente que hace sus necesidades biológicas o busca un rincón para dormir.
En el parque El Arbolito que está junto a El Ejido se robaron las esculturas que estaban en el centro. Solo quedó el busto de Manuelita Sáenz. Los antisociales se llevaron la figura de Nela Martínez y de otra ilustre mujer a quien no se la puede reconocer porque también se robaron la placa con la información. Uno de los guardias, quien prefirió no identificarse, narró que un día tuvo que pedir a un ciudadano que se vista ya que andaba desnudo por el césped.
El parque El Ejido es un oasis para descansar del incesante ruido de las avenidas 10 de Agosto, Tarqui, Patria y 6 de Diciembre. Es un punto neurálgico ya que tiene a sus extremos al edificio del IESS, la Casa de la Cultura, una zona bancaria y, cerca, a la Asamblea Nacional. Debido a esto, miles de personas circulan por su interior a diario.
Los turistas son atraídos por las esculturas y los árboles imponentes que están dentro del parque (al menos 10 son patrimoniales). Ellos no se percatan que corren peligro ya que detrás de los árboles se esconden delincuentes.
Este lunes, una delegación de la Universidad de Trujillo (Perú) visitaba el borde oriental del parque. Ellos vinieron a Ecuador para hacer una investigación de fisiología de altura en Chimborazo. Luego llegaron a Quito para conocer y para emprender un viaje hacia otras localidades del país, dijeron los profesores Luis Arteaga y Julio Ilario.
La estudiante Yoli Alvarado dice que al parque le falta un poco de luz. Por su parte, Fernanda Obando dice que el parque atrae por la combinación de arte y naturaleza. Los guardias indicaron que los turistas que se alojan en los hoteles y hostales cercanos también han sido parte de las estadísticas de robo. Ellos salen a pasear y al ingresar son sorprendidos por delincuentes.