Redacción Sierra Centro
Ángel Tigsilema vive desde hace siete años en la parroquia Santa Rosa, ubicada a 5 kilómetros de Ambato. El campesino cuenta que abandonó su terreno, ubicado en Simiatug (Guaranda), porque lo que obtenía por la venta de maíz y cebada no alcanzaba para mantener a su familia.
En su pueblo vivía con dificultades. Cuando alguno de sus hijos se enfermaba, Tigsilema caminaba dos horas al centro de la parroquia, en busca de medicamentos o de un doctor. Los niños caminaban todos los días, una hora, para llegar a la escuela. Eso motivó a Tigsilema a abandonar su tierra.
Una dificultad
En la parroquia, la gente compra un tanquero con agua en USD 12, para 15 días. Las familias hierven el líquido para consumir y así evitar enfermedades.
Los guarandeños que viven en Santa Rosa retornan a las comunidades donde nacieron en las fiestas de Carnaval. Esta celebración guarandeña es conocida a escala nacional.
En Santa Rosa se siente la presencia guarandeña, la gastronomía es una muestra.El campesino y otros paisanos compraron terrenos en la parroquia Santa Rosa. “Desde aquí es más fácil movilizarse a Ambato. Se puede encontrar trabajo como albañil y los guaguas pueden estudiar”, comenta.
Sin embargo, está preocupado porque sus hijos están olvidando el quichua, idioma con el cual se comunican en su lugar natal.
El presidente de la parroquia, Franklin Freire, indica que el éxodo empezó hace una década. Se estima que en Santa Rosa viven 3 000 guarandeños.
Ellos residen en los barrios Venezuela, Venezuela Alto, Bellavista, Las Carmelitas, 2 000, entre otros. En el barrio 2 000, por ejemplo, todos los vecinos se conocen. Miguel Chisag cuenta que el nombre lo escogieron porque en ese año se fundó el sector.
En ese barrio habitan campesinos de Simiatug, Salinas, Facundo Vela…, poblados de la provincia de Bolívar. Los moradores dicen que cruzaron el límite provincial en busca de mejorar sus condiciones de vida.
El dirigente Freire expresa que cuando camina por ese sector lo saludan con respeto. Hasta hace bromas y pregunta: “¿Cuándo brindan el pájaro azul, el famoso licor de Guaranda?”.
“Cuando usted quiera”, responde Chisag, de 45 años. Él asegura que Santa Rosa se convirtió en la segunda Guaranda. “Venimos para encontrar trabajo y una buena educación para nuestros hijos. Este pueblo se ubica cerca de Ambato, una ciudad más comercial”, señala.
Además, argumenta que hay fuentes de empleo que permiten mejorar sus ingresos. “En Guaranda no hay industrias”, enfatiza Chisag, quien durante dos décadas trabajó de albañil.
Ese es el oficio al que se dedica la mayoría de los guarandeños que llegan a vivir en Santa Rosa. Otros son pintores o artesanos. Las mujeres venden guaipe (un material que sirve para limpiar los carros) o cuidan a sus hijos.
María Chisag dice que está contenta en Santa Rosa. “Mi esposo gana hasta USD 10 diarios. En Guaranda el sueldo mensual era de apenas USD 150”.
Sin embargo, explica que es necesario mejorar los servicios básicos. En su vivienda arrendada, hecha de bloque y techo de zinc, la distribución del agua entubada se realiza una vez a la semana. Tampoco tiene alcantarillado.
Los mismos problemas tienen otros vecinos. El abastecimiento se realiza a través de los tanqueros. Los profundos pozos sépticos reemplazan a las tuberías del alcantarillado.
Los dirigentes de la Junta Parroquial planifican mejorar el abastecimiento de los servicios básicos para todos los barrios y sectores de Santa Rosa. Él aspira que con la posesión de las nuevas autoridades seccionales tengan más apertura para conseguir obra pública.
En esta parroquia, el paisaje andino domina y la gente se muestra amable y siempre presta a ofrecer ayuda a quien lo necesita. Especialmente a los desconocidos.