Hay dos tendencias en la economía ecuatoriana que deben ser revertidas si deseamos cuidar los equilibrios necesarios para el buen vivir: el déficit fiscal y el de la balanza comercial. Si los gastos del Gobierno superan a los ingresos toca endeudarse al precio que sea y con quien quiera. Si acudimos demasiado a la deuda interna subirá la tasa de interés, afectando a toda la economía. Si las importaciones superan a las exportaciones seguirá cayendo la posición neta de divisas del Banco Central que hoy solo equivale a un mes y medio de importaciones. Por todo esto hay que detener la vorágine de importaciones suntuarias y prescindibles, que ha empujado al 34% el crecimiento de las importaciones de bienes de consumo.
Para no aumentar el déficit fiscal debemos gastar menos, con austeridad fiscal. Basta de consumismo estatal en compras innecesarias y en servicios inútiles. Basta de aumentar la masa salarial como si la economía tuviera un dinamismo sostenido. Basta de gastar por gastar, con complejo de priostes. Lo que produce el país debe continuar invirtiéndose en educación pero de buena calidad, en salud preventiva, en ayuda a la producción y en obras de infraestructura social y económica. Como el Gobierno no va a tener dinero para la invertir más de lo que ya ha hecho, debe transferir la inversión a la iniciativa privada para crecer sostenidamente. Detener el déficit supone necesariamente recaudar más impuestos de los que más ganan y rogar que el precio del petróleo se mantenga y que la producción de crudo no decrezca.
El déficit comercial crece escandalosamente, a tal punto que este año será de unos 1300 millones de dólares, no obstante que el precio del petróleo se ha mantenido alto. El principal motivo es la creciente importación de bienes de consumo y de combustibles que juntos significan el 40%. El resto son importaciones deseables para el desarrollo nacional como los bienes de capital y las materias primas. Urge frenar este déficit racionalizando nuestras importaciones mediante medidas compatibles con las normas internacionales.
Pero lo más conveniente será aumentar el ingreso de divisas por nuestras exportaciones y lograr que más turistas vengan al Ecuador. Como no tenemos moneda propia no podemos fomentar las exportaciones con políticas cambiarias como hacen todos los países. Entonces será necesario imaginar otras medidas de apoyo a las exportaciones no tradicionales.
Lo cierto es si no se frenan a tiempo estas dos tendencias negativas habrá desequilibrios económicos, cuyo ajuste repercutirá como siempre en los más pobres y afectará a la gobernabilidad. Evitar el peor vivir exige un desarrollo estable y sano, requiere no malgastar sino fomentar la producción competitiva de buena calidad.