Según Andrés Oppenheimer, periodista y politólogo con el que no se puede estar de acuerdo en todo, la paranoia constructiva no es otra cosa que la obsesión por mirar lo que está haciendo el vecino con el propósito de superarlo. En un mundo globalizado tal actitud supone una cadena que llega a los paradigmas que se producen en países lejanos. Es el caso de la educación que se tiene en nuestro país: se comienza comparándola con la de Colombia y se llega a la de Finlandia y Singapur, países pequeños como el nuestro, totalmente distintos entre sí por su ubicación geográfica, conformación étnica, bases culturales e historia. Junto a China e India, países en los que la paranoia construc-tiva les ha llevado a los primeros puestos en educación, ciencia y tecnología.
Como poner atención en lo que hace el vecino e ir cobrando conciencia que nos íbamos quedando rezagados necesariamente debían producir insatisfacción, o los gobernantes ecuatorianos adolecían de miopía o les importaba un bledo la suerte del país. Tan es así que se nos dio por calificarnos de ‘isla de paz’, y como la paz es un bien supremo teníamos que mantenernos en una suerte de siesta impúdica. Es así como llegamos a los bajísimos niveles que caracterizaban la educación nacional. Lo que sí se hizo fue crear escuelas, colegios y universidades hasta en los cantones, sin que a nadie le qui-tara el sueño la calidad de educación que se impartía. En estas circunstancias se inicia el Gobierno actual.
Es con el presidente Correa con el que se hace pública la insatisfacción; adolece de paranoia constructiva y a juicio del nuevo Mandatario la educación superior ecuatoriana es de las peores de Sudamérica. Se da curso a lo que parecía irrealizable: universidades y politécnicas son categorizadas; más del 30 por ciento de ellas deben ser suspendidas. La gratuidad de la educación superior tan solo para los buenos estudiantes. La autonomía universitaria, como yo la entiendo: respeto a la opinión ajena, pluralismo, permanece intocada. Universidades y politécnicas cuentan con fondos destinados a la investigación científica incluso en cantidades importantes si los proyectos apuntan a solucionar problemas nacionales. La paranoia constructiva va dando resultados, y como es contagiosa los responsables de la educación preuniversitaria, los tres años de bachillerato, anuncian cambios que debo aplaudir: ciencias básicas e idioma, preponderantes en la formación de quienes llegarán a la educación superior. Matemáticas, digamos, pues conduce al desarrollo del pensamiento lógico. Certificación y acreditación de los planteles. Prueba nacional para el ingreso a universidades y politécnicas, ya categorizadas. Es decir como que a nosotros también la paranoia constructiva nos va llevando de los sueños a la realidad.