El papa Francisco (i) junto con el vicepresidente de EE.UU., Joe Biden (c) y el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner (d) durante su discurso en el Congreso en Washington DC, Estados Unidos hoy, 24 de septiembre de 2015. Foto: EFE
El papa Francisco animó hoy (24 de septiembre del 2015) al Congreso de Estados Unidos a abolir la pena de muerte y a acabar con el tráfico de armas.
“La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo. Esta certeza es la que me ha llevado, desde el principio de mi ministerio, a trabajar en diferentes niveles para solicitar la abolición mundial de la pena de muerte”, dijo Francisco, primer papa en la historia en hablar ante el Congreso en Washington.
“Cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad sólo puede beneficiarse de la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito”, dijo el jesuita argentino sobre la pena de muerte, vigente en varios estados del país, provocando los aplausos de parte de los congresistas.
El papa usó las figuras de Abraham Lincoln, Dorothy Day, Thomas Merton y Martin Luther King y citó la Declaración de Independencia de Estado Unidos para glosar su discurso, pronunciado en inglés ante una sesión conjunta de las dos cámaras en el Capitolio de Washington.
Miles de personas siguieron sus palabras frente al Congreso a través de pantallas gigantes.
El Papa celebró el acercamiento con países enemigos, en relación a las últimas negociaciones de Estados Unidos con Cuba e Irán. “Deseo reconocer los esfuerzos que se han realizado en los últimos meses y que ayudan a superar las históricas diferencias ligadas a dolorosos episodios del pasado”, dijo el pontífice.
Y respecto a la superación de conflictos, se preguntó: “¿Por qué las armas letales son vendidas a aquellos que pretenden infligir un sufrimiento indecible sobre los individuos y la sociedad?” “Tristemente, la respuesta, que todos conocemos, es simplemente por dinero; un dinero impregnado de sangre, y muchas veces de sangre inocente.
Frente al silencio vergonzoso y cómplice, es nuestro deber afrontar el problema y acabar con el tráfico de armas”, reclamó.