Managua, Tegucigalpa. AFP, ANSA
La presencia de Manuel Zelaya en Nicaragua causa resquemores. Sectores políticos de la oposición y religiosos exigieron ayer al depuesto Presidente de Honduras que deje de usar territorio nicaragüense como plataforma de lucha contra el Gobierno de facto instalado en su país.
Los planes de Zelaya han despertado temor en residentes de poblados fronterizos que, durante la pasada revolución entre 1979 y 1990, vivieron en medio del fuego cruzado de rebeldes ‘contras’, asentados en Honduras, y el Ejército sandinista.
“Nicaragua no quiere más guerra”, advirtió el secretario general de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, René Sándigo.
Los principales bloques de oposición del Congreso, por su parte, llamaron la atención al presidente Daniel Ortega por guardar silencio sobre las operaciones de Zelaya en la frontera norte.
Mientras tanto, la Bancada Democrática Nicaragüense (BDN, derecha) anunció que demandarán al Gobierno que Zelaya sea asilado o expulsado por promover desde suelo nicaragüense la insurrección en Honduras.
En forma paralela, ayer se ratificó que el Ejército de Honduras respalda al régimen de facto de Roberto Micheletti. Respecto a una declaración anterior a favor de una salida negociada a la crisis, en el marco de la propuesta de Costa Rica, se aclaró que esto no significa que acepte que Zelaya recupere el cargo. Así lo dijo el jefe del Estado Mayor conjunto, general Romeo Vásquez.
Mientras tanto, el jurista hondureño Andrés Pavón presentó ayer un recurso de amparo contra el toque de queda impuesto por el Gobierno de facto, afirmando que este viola más de 22 artículos de la Constitución, entre ellos los derechos a la alimentación y a la libre circulación.
Adicionalmente, la Comisión Interamericana de DD.HH. (CIDH, con sede en EE.UU.) condenó ayer el asesinato de un seguidor de Zelaya, e instó al Régimen de facto a garantizar la seguridad e integridad del pueblo.