En las noches blancas de San Petersburgo, el estado de ánimo en el Foro Económico Internacional no fue muy bueno. La dirigencia rusa tuvo que admitir que el clima de inversión general es malo.
Lo más alarmante es que, según un estudio realizado por el Ministerio de Desarrollo Económico ruso, el país más grande del mundo es el perdedor absoluto entre los principales países emergentes integrantes del BRIC, que además de Rusia lo componen Brasil, India y China.
En un ‘ranking’ de competitividad, Rusia se ubica en el puesto 63, entre Sri Lanka y Uruguay, de un total de 136 países. Los motivos por los que Rusia está en esa ubicación son la corrupción, la inseguridad jurídica, así como la frágil infraestructura y el escaso potencial científico.
El gran exportador de materias primas reconoce que depende demasiado de los ingresos por la venta de petróleo y gas y que le falta diversificar la economía. “La tendencia es amenazante. El país pierde mercados e influencia en el mundo”, dijo el gerente y analista Anton Rajmanov, del banco inversor Troika Dialog.
Como ejemplo menciona las negociaciones por el gas que Rusia tuvo con China, que fracasaron pese a la presencia del jefe de Estado y de Gobierno chino, Hu Jintao, porque ambas partes no llegaron a un acuerdo sobre el precio, entre otros. China prefiere que su proveedor sea la ex república soviética Turkmenistán.
Una y otra vez, los analistas y directivos de grupos empresariales dijeron en el foro que se han identificado problemas. Pero las discusiones en su mayoría no ofrecen soluciones. Rajmanov se queja no solo por la falta de competencia política, sin la cual finalmente tampoco se logra el progreso económico.
El presidente de la cervecera danesa Carlsberg, Jorgen Buhl Rasmussen, fue uno de los pocos que difundió públicamente su irritación por las deficiencias en Rusia. Criticó que la política económica rusa es “imprevisible”.
Debido a inesperadas subidas de impuestos, la empresa tuvo que aumentar un 25% el precio de la cerveza. Pese a ello, Rasmuseen y muchos otros mantienen sus negocios en Rusia.
También el presidente ruso, Dmitri Medvédev, admitió en el foro de tres días -que finalizó el sábado pasado- debilidades del sistema. “El poder está demasiado concentrado en el Kremlin y debe ser trasladado mucho más a las regiones”. También señaló que “quiere abandonar el capitalismo de Estado y privatizar más”.
Y Medvédev prometió estímulos, como la libertad de visado para inversores extranjeros, que el país necesita con urgencia para modernizar su economía.