El problema de la cíclica escasez de gas en Quito y otros puntos del país no lo ha logrado resolver el Gobierno definitivamente.
Y peor, este año, el director de la Agencia de Regulación y Control de Hidrocarburos (ARCH), Francisco Polo, lo minimizó.
Ingeniero químico graduado en la Universidad de Cuenca, asumió la entidad en reemplazo de Carlos Loor durante un período de distribución irregular de gas en octubre del 2011.
En aquella ocasión, los distribuidores se paralizaron durante 24 horas denunciando que las comercializadoras habían aumentado el precio del producto.
Luego de una reunión entre las autoridades y los actores de la cadena de distribución, el ministro de Recursos No Renovables, Wilson Pástor, se comprometió a tomar tres medidas para resolver el problema y dejar atrás los períodos cíclicos de escasez.
En primer lugar, revisar el margen de ganancia de comercializadoras, transportistas y distribuidores. En segundo lugar, el ingreso de Petroecuador como comercializador y distribuidor en el mercado. Y en tercer lugar, unificar el color de los cilindros.
Las tres medidas debían estar implementadas para enero de este año. Sin embargo, ninguna de ellas se ha concretado y la escasez regresó a la capital.
Las primeras alertas se dieron a mediados de este mes cuando comenzaron a formarse largas filas de camionetas distribuidoras en las afueras de los centros de acopio, al norte y sur de la ciudad.
Estos centros receptan el gas que llega directamente en plataformas de 924 cilindros desde la planta envasadora Agip-Eni en Pifo y lo entregan a las camionetas, que a su vez llevan el producto a los consumidores finales.
Los distribuidores pasaban de tres a seis horas afuera de los centros para recibir su cupo, que se redujo a la mitad, según sus testimonios. El hecho coincidió con la desconexión de varios días de la Refinería de Esmeraldas.
Las comercializadoras (Agip, Duragas, Congas) argumentaron que Esmeraldas no estaba enviando GLP y que la llegada del producto en tanqueros, desde el Salitral en Guayaquil, era lenta por el mal estado de las vías.
En este escenario, la población se quedaba sin gas doméstico.
Pese a la insistencia de los medios de comunicación, el director de la ARCH, Francisco Polo, no daba una explicación al problema ni detallaba las medidas que se tomarían para corregirlo.
Únicamente explicó, mediante correo electrónico a este Diario, que todo se debía a un fenómeno de “especulación”.
Finalmente, el 20 de abril, el gerente de Petroecuador, Marco Calvopiña, informó que la cuota de 2 515 toneladas diarias de gas que se entregaba a Quito era estable y constante pese a la parada de la Refinería de Esmeraldas.
Y contrario a la versión de las comercializadoras, el contingente de GLP se había incrementado en 60 toneladas diarias.
Calvopiña además informó que desde el lunes siguiente se vendería el producto de manera directa en plataformas. Medida que han tomado anteriores gobiernos en crisis similares.
Sin embargo, la ARCH no informó en qué puntos de la ciudad se llevaría a cabo la venta ni confirmó la versión de Petroecuador, por lo que la población se mantenía en la incertidumbre.
La única información del departamento de comunicación de la ARCH fue que el lunes 23 de abril, Francisco Polo realizaría una conferencia de prensa.
Ello se cumplió y Polo avisó recién ese día que se vendería el gas en las Tribunas de los Shyris, el Sur y el parque de Cotocollao.
La información del último sitio, sin embargo, fue errado, ya que al lugar no podía acceder una plataforma de 924 cilindros y el punto tuvo que trasladarse a La Ofelia sin que la ARCH lo comunicara.
Contra las cuerdas, Polo volvió a minimizar el problema y advirtió que se trataba de un fenómeno de especulación de los distribuidores a quienes acusó de guardar los cilindros por un rumor de que se incrementaría el precio del gas. Y vaticinó que en pocos días estaría subsanado el problema. Otro error, ya que el martes 24 cientos de personas se lanzaron hacia los puntos de venta directa.
En la Tribuna del Sur, las personas debieron esperar cuatro y cinco horas para recibir un cilindro, y una sola plataforma de 924 tanques no fue suficiente, sino que debió llegar una segunda.
La demanda del producto en las calles llegó a tal nivel que debieron abrirse dos nuevos puntos de venta directa en la ciudad: Calderón y Guamaní.
“El problema no tiene perspectivas de solución”, dijo el presidente de la Asociación de Distribuidores de Pichincha, Ricardo Flores, quien indicó que con las plataformas de venta directa se deja a las comionetas sin producto, por lo que el usuario asume el costos de transporte. Es decir, hasta en USD 10 por un cilindro.
¿Quién es?
Ingeniero químico especializado en petróleo de la Universidad de Cuenca. Fue titular de la Dirección de Hidrocarburos del Azuay.
Lo que dijo…
No dio importancia a la escasez de gas y dijo que se trataba de un fenómeno de especulación que se resolvería rápido.
Lo que hizo
Tardó en comunicar dónde se establecerían las plataformas de venta directa y tuvo que ampliar, de tres a cinco, los puntos en Quito.