Carlos Slim tiene una memoria de elefante para las cifras. Es capaz de recitar sin pestañear los millones de dólares y centavos que han invertido sus empresas, pero siempre resta importancia a las cuentas sobre su fortuna que hace la revista Forbes.
A los 71 años, el magnate mexicano, que trepó en 2010 por primera vez al lugar del hombre más rico del mundo, ha vuelto a aparecer arriba de todos. No solo mira por encima del hombro a millonarios como Bill Gates y Warren Buffet. También se gana a sí mismo.
En solo un año su fortuna aumentó en USD 20 000 millones -casi el doble de lo que captó México por turismo el año pasado 2010-, y ahora tiene 74 000 millones en la alcancía de su emporio.
Slim, de origen libanés, acaba de inaugurar la nueva sede del Museo Soumaya, que lleva el nombre de su esposa y madre de sus seis hijos, fallecida en 1999. El museo está en un complejo de departamentos, comercios y oficinas que albergará a todo su consorcio. Para construirlo invirtió USD 800 millones. Ahora está enfrascado en una guerra de titanes con Televisa y TVAzteca, los dos gigantes televisivos de México por el apetitoso pastel de la televisión y la telefonía.