A las 08:00 del pasado 10 de agosto, María Guerra camina apurada por la calle Piedrahíta, en la que se ubica el ministerio de Relaciones Laborales. Quiere llegar pronto a hacer la fila para el ingreso a la Inspectoría de Trabajo de Pichincha. “Ese lugar es un desorden y solo pedir información le toma a uno horas”.
Cuando llega a la puerta de la institución se lleva una sorpresa: las puertas están abiertas y no hay filas. Confundida pregunta a un guardia sentado en un escritorio dónde puede poner una queja por despido, este le dice que debe tomar un turno y en ese momento le entrega el tique tras un clic en una computadora.
fakeFCKRemove“Estoy sorprendida. Pensé que me iba a demorar horas pero apenas hay tres personas delante mío para hacer el mismo trámite”.
Esta nueva imagen de la inspectoría de trabajo es parte de un proyecto que se comenzó a desarrollar desde agosto del año pasado pero que se implementó a mediados de febrero del 2010.
Según el viceministro de Trabajo, Francisco Vacas, uno de los elementos de cambio fue la implementación del sistema automático de entrega de turnos.
“Se estableció desde hace un mes. En la recepción está un computador que muestra en su pantalla cuatro opciones de trámites: asesoría, entrega de documentos, obtención de boleta y atención para empleadas domésticas”.
El guardia del edificio, quien prefiere no dar su nombre, cuenta que la entrega de turnos comienza a las 06:00. La gente que llega temprano puede esperar dentro del edificio, sentada en las sillas que se colocaron en una sala ubicada en el quinto piso.
A ese lugar, a las 09:00, también llegó Rosa Chancúsig junto a su yerno José Cobacango. Se veía desorientada, el día anterior fue despedida de su empleo en una fábrica de procesamiento de frutillas, en la que laboró por casi 23 años. Se acercó a la recepción y allí le entregaron el turno 36. Tras una espera de 15 minutos la hicieron pasar a una de las salas de atención al público.
En las oficinas se encuentran los inspectores de trabajo. Hasta enero de este año en el sitio laboraban 13 funcionarios. Estaban encargados de coordinar la inspectoría, atender consultas y presidir las audiencias, etc, por turnos.
Ahora hay 15, pero en las próximas semanas aumentarán a 28. “Son abogados jóvenes. Este cambio también se hizo en otras provincias. En todo el país se reemplazó al 80% de funcionarios de las inspectorías”, explicó Vacas.
Esta medida se dio luego de una evaluación a los antiguos servidores públicos, los cuales obtuvieron resultados insuficientes.
Ellos, según explicó el Viceministro, fueron separados de la entidad siguiendo el debido proceso. Esta renovación de personal también vino acompañada de un mayor orden en los procesos.
En Quito una persona coordina a los inspectores, divididos en dos equipos. El primer grupo se encarga de las denuncias, consultas, etc., y el otro, de las audiencias.
Hasta enero del 2009 la convocatoria a una audiencia demoraba hasta tres meses desde que se presentaba una denuncia. A partir de marzo, este tiempo ha bajado a 15 días.
Aunque Aurelio Arias, abogado laboral que da asesoramiento a las personas que hacen denuncias, asegura que hace tres semanas la convocatoria a audiencias se volvió a incrementar a un mes.
“Imagínese lo que es para una persona que se quedó sin empleo y no ha recibido su liquidación esperar un mes para que se realice recién la primera audiencia”.
El viceministro Vacas acepta que esta demora es real, pero que se resolverá en septiembre. Dijo que el problema se produjo por que tras las inspecciones de trabajo doméstico se tuvieron que hacer 1 800 audiencias de este tipo, de las que se han resuelto 400.
En promedio, cada inspector maneja 15 audiencias diarias, lo cual es la mitad de los procesos que realizaba a inicios de año. Se evacúan el mismo día por lo que se elimina la carga de labor, dice Vacas. Al igual que María Guerra, Estrella Domínguez experimentó la mejora en la atención. “Puse la queja la tercera semana de julio y fijaron mi audiencia para hoy a las 09:45. Llegué hace 10 minutos y ya me están llamando”. Ella espera que le paguen su liquidación tras nueve meses de ser despedida (17 de noviembre pasado) de una embotelladora de agua, donde trabajó nueve años.