Una fiebre por acceder a préstamos hipotecarios se vive en el país. María Fernanda Arias caminaba ayer con su hija de 6 años por una exposición de planes de vivienda en el Centro de Exposiciones Quito. Esta ama de casa buscaba una casa de USD 30 000, que es el cupo máximo que el sueldo de su esposo le permite para acceder a un crédito hipotecario. No encontró mucha oferta. “La mayor parte supera los USD 60 000. Es inalcanzable para nosotros”. Tras media hora salió con un fajo de dípticos en la mano.
Cuadras más allá, en el edificio del Biess, las oficinas lucían su estampa habitual: gente que entra y sale, con carpetas en la mano.
Fruto de esa dinámica, el Biess entregó el año pasado USD 722,05 millones en préstamos hipotecarios y para este año tiene previsto dar USD 900 millones. Una cifra que aún es baja respecto del déficit de vivienda en el país (1,2 millones de unidades), conforme el director del Biess, Efraín Vieira. “Los créditos que más se otorgan tienen plazos de 15 años y de USD 45 000. Ya somos el primer banco en cartera de vivienda, con un poco más del 51%. Quisiéramos hacer mucho más”.
Hasta el mes pasado, el Biess alcanzó la histórica cifra de USD 1 019 millones desembolsados por concepto de hipotecarios, que beneficiaron a 28 799 afiliados.
Pero es precisamente esta concentración de los créditos de vivienda en la banca pública la que preocupa a varios sectores de la economía, aunque Vieira señale que “no hay por qué temer y que en ningún caso se trataría de una burbuja inmobiliaria similar a la que estalló en EE.UU. o España”.
Pero José Antonio García, analista de riesgos financieros, cree que “se está subestimando el fenómeno. Deuda es deuda en cualquier parte del mundo. Si una persona no puede hacer frente a sus pagos, no hay problema. Pero si miles no pueden hacer frente a sus pagos al mismo tiempo, ahí sí hay problema”.
Una lectura similar tiene César Robalino, presidente de la Asociación de Bancos Privados, para quien el principal problema que detecta dentro de la banca pública está en la falta de provisiones. “La banca pública logró USD 60 millones en utilidades en el 2011. Si se ajustara a los parámetros de la banca privada para crear su fondo de provisiones, faltarían USD 30 millones. Sus utilidades no alcanzarían para equilibrar un eventual desbalance”.
Pero para Vieira, eso no es cierto y reitera que las inversiones que realiza el Biess están garantizadas. Además, que es una entidad que se capitaliza por los aportes de los afiliados y su nivel de morosidad es casi cero, debido a que a los afiliados se les descuenta directamente de sus roles de pago.
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Más opciones para endeudarse
Una opción que el Banco del Afiliado (Biess) contempla dentro de sus ofertas es la renovación de créditos. Es decir, si el afiliado en determinado momento ya ha pagado parte de su deuda puede acceder a un nuevo préstamo quirografario o hipotecario. El requisito es que no se exceda del techo definido por su capacidad de pago.
Así lo explica el jefe de Préstamos Quirografarios, Felipe Calero. “En este tipo de créditos (quirografarios) las garantías son los fondos de cesantía y los fondos de reserva. El afiliado puede realizar tantos créditos como esas garantías permitan”.
Como ejemplo, si una persona dispone de USD 1 000 en fondos de cesantía y USD 1 000 en fondos de reserva, podrá acceder a un quirografario de hasta USD 2 000. Pero si realizó un primer préstamo de USD 500, luego puede hacer otro por USD 1 500. O múltiples créditos pequeños siempre y cuando llegue al techo de USD 2 000.
En los créditos hipotecarios esta acción resulta un poco más complicado, aunque factible, debido a los plazos y los montos de mayor escala. Sin embargo, para optar por un nuevo hipotecario deberá cumplir con la regla de que la capacidad de endeudamiento sea de hasta el 40% de sus ingresos netos.
Siempre y cuando el afiliado cubra sus pagos, la entidad le extenderá un nuevo crédito, sea para compra de terreno, adecuación de vivienda, etc.
Para el ingeniero civil Sebastián Villegas, el Estado está moviendo y generando una dinámica circular que puede ser peligrosa en algún momento. “No creo que sea un problema la cantidad de créditos que está entregando el Biess, que es muy poco en comparación a lo que hace falta. La pregunta es qué pasará si en algún momento las personas no pueden hacer frente a sus obligaciones”.