El comisario de Servicios Financieros de la Unión Europea, Michel Barnier, no logró hoy su objetivo: recibir el respaldo de los comisarios de Bruselas en su intento de que el bloque prohibiera a las agencias de ráting emitir notas sobre socios del euro rescatados, como Grecia, Irlanda o Portugal. “Se trata de una idea demasiado innovadora”, aseguró Barnier, quien, no obstante, anunció que la Comisión Europea necesita más tiempo para analizarla y aseguró que no ha sido descartada.
Sí fueron aprobados en el colegio de comisarios de Bruselas otros puntos de la iniciativa, que persigue que las agencias “trabajen con mayor transparencia, aportando detalles de su metodología” a la hora de calificar determinada deuda soberana.
Fuentes próximas al ejecutivo de Bruselas consultadas por dpa aseguraron que la idea de prohibir temporalmente la notación de las agencias de rating a socios rescatados por la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) o a países que solicitaran ayuda internacional figuraba en el borrador inicial de Barnier, aunque luego el comisario decidió retirarlas para dar más tiempo a un análisis más profundo de la cuestión en el seno de la Comisión.
“No se trata de matar al mensajero. Las agencias de notación son demasiado importantes. Lo que queremos es que el termómetro (de la economía) funcione bien, que no aumente los grados de fiebre”, aseguró Barnier, en referencia a que, a juicio de Bruselas, las principales agencias de notación contribuyeron, con sus evaluaciones, a agravar la crisis de deuda soberana en la eurozona.
El detonante del proyecto de Barnier fue el correo electrónico enviado (como sistema de pre-alerta a algunos agentes económicos) por Standard & Poor’s el jueves de la semana pasada, en el cual anunciaba que degradaba la máxima calificación de la deuda francesa, la “AAA”.
De hecho, según se ha filtrado de círculos próximos a la Comisión de los 27, Barnier, montó en cólera por este hecho, que calificó de “incidente grave”, y decidió apretar el acelerador en esta cruzada casi personal contra las principales agencias: Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch.
Según comentó el comisario, Bruselas quiere actuar también contra esos sistemas de “pre-alerta” de las agencias. “No es posible que haya gente que reciba informaciones antes que los mercados, en base a informaciones privilegiadas”, se lamentó hoy.
En realidad, desde que estalló la crisis de deuda soberana en Grecia, hace ya casi año y medio, las agencias de calificación no han dejado de estar en el foco de la atención pública ni un momento.
Mientras los jefes de Estado y de Gobierno comunitarios se reunían una y otra vez en cumbres europeas, o sus ministros de Economía y Finanzas hacían lo propio en numerosos Eurogrupos o consejos del ramo (Ecofin), las constantes rebajas de nota contra Atenas, Dublín o Lisboa, incluso España, volvían a poner contra las cuerdas el liderazgo europeo, incluido el del debilitado eje franco-alemán.
A falta de una agencia de calificación de riesgos paneuropea, una idea que no cuenta con el respaldo de todos los socios, Bruselas quiere obligar a las que operan actualmente a que avisen con suficiente antelación (24 horas) a determinado socio comunitario antes de rebajar la nota de su deuda pública para darle así una última posibilidad de presentar alegaciones y, quizás, poder justificar el por qué de una situación coyuntural específica.
El caldo de cultivo “clásico” para estas agencias podría ejemplificarse hoy mismo, en el caso de España: la prima de riesgo, el diferencial de rentabilidad entre los bonos a diez años de Alemania y España, se colocó por encima de los 450 puntos básicos, 18 puntos más que en el lunes, para marcar su máximo nivel desde la creación del euro en 1999.
Con este escenario, cualquiera de las tres principales agencias de calificación, u otras similares, tendrían el terreno abonado para considerar una hipotética rebaja de la solvencia de España.
La vulnerabilidad de los socios de la eurozona a las agencias de rating es, precisamente, uno de los elementos que quisiera limitar Bruselas.