De los USD 15 diarios que debía recibir por la venta de 60 litros de leche, Oswaldo Benavides solo obtenía 12. Esos USD 3 de diferencia que le pagaban los intermediarios afectaban su presupuesto familiar. Era febrero del 2003. A veces había sobreoferta de lácteos y no tenía a quién vender el producto. Esa inestabilidad motivó a Benavides a reunirse con otros seis pequeños ganaderos de El Carmelo, a 50 kilómetros de Tulcán (Carchi). La meta era tocar las puertas de las industrias y ofrecer la leche. Luego de ocho meses, en octubre de ese año, encontró respuesta más al sur, en Ibarra (Imbabura). Floralp, fabricante de quesos, los acogió, con la condición de que acepten asesoría técnica para mejorar la calidad del producto. Aceptaron y siete años después no solo recibieron asesoría, sino financiamiento, premios por la calidad de la leche y contratos de venta estables. De esa manera, ambas partes sentaban bases de un modelo productivo que hoy está en boga: los negocios inclusivos. Pero hoy el tema no solo forma parte de iniciativas aisladas de empresas que buscan incluir a pequeños productores en una cadena de valor, sino que es considerado una política de Estado. Aunque todavía son pocas las empresas que participan en esta iniciativa. Desde que se inauguró el Programa de Negocios Rurales Inclusivos (Proneri) en el Ministerio de Agricultura, el 1 de julio pasado, 16 compañías se han inscrito hasta la semana pasada.Gabriel Araujo, jefe de Fomento Ganadero de Floralp, cree que no todas las empresas pueden participar. “Es un error aplicarlos para proyectar una imagen de ayuda a los productores; se requiere la convicción de que a través de ellos sí se puede lograr beneficios”. De siete pequeños ganaderos que le vendían la leche a Floralp, hoy tiene 260 que le proveen el 35% de 150 000 litros de producción diaria. Eso les asegura un crecimiento. Oswaldo Benavides, por ejemplo, pasó de tener de10 a 15 vacas. Este año, el Banco Interamericano de Desarrollo habilitó a Floralp un fondo de USD 700 000 para otorgar créditos a los ganaderos para comprar máquinas de ordeño o invertir en pastizales. Ximena Mora, gerenta de Proneri, cree que puede conseguir mayor acogida en los próximos cuatro años que dura el programa. Para su difusión y para dictar capacitación técnica, el Proneri cuenta con USD 126 millones.La meta es reclutar a 120 empresas en ese período y beneficiar a más de 36 000 pequeños productores de leche, cacao, maíz, café, etc. Hasta diciembre serán 3 000 los proveedores de materia prima para la industria. Industrias Toni y Agripac también aplican este concepto. La primera se comprometió a comprar la producción de leche a 250 productores. La segunda trabaja con 700 productores de maíz. “Antes comprábamos 30 000 litros diarios a cinco ganaderos, ahora nos venden 250. Así se impulsa la microeconomía y ganamos más potenciales consumidores fieles”, indicó José Lucas, de Lácteos de Toni.