Pese a los débiles argumentos del oficialismo para justificar la desproporcionada decisión de clausurar dos medios de comunicación, muchos ciudadanos aún no logran entender cuáles fueron las intenciones de fondo de las autoridades estatales para añadir otro elemento a la incertidumbre social que se vive por el alto nivel de desempleo, la creciente inseguridad urbana, la crisis económica generada por los apagones y la perplejidad ciudadana frente a los desacuerdos entre fiscales y jueces por la liberación de un ex Ministro implicado en denuncias de corrupción.
Desde una visión humanista y cristiana es difícil comprender el hecho de que quienes dicen mantener una línea de pensamiento solidario y justo ejecuten desde el poder acciones de prepotencia y autoritarismo que desdicen de esa filosofía.
Resulta complejo intentar acercarse a la razón profunda de este tipo de decisiones políticas de las autoridades, pero es indudable que no se envía una señal amable ni fraterna al pueblo con medidas duras que dejan entrever actitudes de intolerancia e intransigencia.
Cómo entender la paradoja de que, justamente cuando ocurren estos lamentables hechos, el Régimen difunda mensajes oficiales en los que convoca a todos los ecuatorianos a sumarse a un actitud solidaria y fraterna en esta época de Navidad .
La manera más eficaz de sembrar un futuro de paz y seguridad en un país es con el ejemplo de quienes conducen a la sociedad desde un liderazgo fuerte y riguroso pero, al mismo tiempo, sereno, sensato, equilibrado y justo. Los deseos de paz, dicha y prosperidad no tienen que convertirse en simple retórica de rutina sino que deben ser acciones y gestos concretos en beneficio de la paz y la certidumbre.