Un agente custodia bloques de droga confiscados el año pasado en embarcaciones del puerto de Manta, Ecuador. Foto: Archivo/ EL COMERCIO
En Jaramijó y Manta, dos ciudades portuarias de Manabí, nadie habla abiertamente del narcotráfico. Los relatos trascienden en los barrios, entre vecinos. Solo allí los pobladores comentan de las tentadoras ofertas que hacen extranjeros a los pescadores.
Por un viaje hacia Centroamérica, donde se concreta la entrega de los cargamentos de droga, los narcos pagan entre USD 30 000 y 70 000 a los marinos que se arriesgan a llevar cocaína en sus embarcaciones.
Manabí es un punto más donde operan las mafias. Entre el martes y miércoles, EL COMERCIO reveló la potente estructura que hay en otras zonas costaneras del país.
También sacó a la luz la captura de al menos 300 ‘lancheros’, como se conoce a aquellos pescadores artesanales reclutados por las organizaciones criminales, en los últimos tres años. Ellos ahora purgan penas superiores a los 10 años en cárceles de Estados Unidos, Guatemala y Colombia, sin que hasta el momento las autoridades ecuatorianas definan los pedidos de extradición.
Agentes de Inteligencia hablaron ayer, 24 de febrero del 2016, con este Diario y dieron nuevos detalles de lo que ocurre en Manabí. Se conoce, por ejemplo, que los grupos criminales tienen dos modalidades para trasladar la cocaína hacia Centroamérica.
El primer mecanismo es embarcar los paquetes de droga en los puertos ecuatorianos y llevarlos directamente a aguas internacionales.
Y la segunda consiste es reclutar a los marinos locales y movilizarlos hasta Tumaco, uno de los principales puertos de Colombia. Allí, los narcotraficantes cargan los alijos de cocaína e inician la ruta. “En Tumaco está el centro de operaciones de estas redes, el tema de la droga allá es fuerte”, comenta un investigador.
A los marinos artesanales les toma entre tres y cuatro días la travesía desde Ecuador hasta la zona denominada ‘Triángulo del Norte’, un punto del Océano Pacífico donde convergen las aguas de Honduras, Guatemala y El Salvador.
En ese lugar, los carteles de Sinaloa y del Pacífico, Los Zetas y otros grupos reciben los cargamentos de cocaína. “Con el pasar de los años los pescadores reclutados por las mafias se convierten en dueños de los envíos, de las cargas. Empezaron como ‘lancheros’, llevando la droga y recibiendo una paga por eso, pero hoy son narcos”, asegura un agente encubierto.
Inteligencia ha detectado que quienes caen en los tentáculos de estas redes suelen hacer dos viajes al año. Las mafias pagan hasta USD 70 000 al capitán de la embarcación y USD 30 000 a su ayudante.
Las lanchas, por lo general de dos motores, son capaces de transportar entre 300 y 400 kilogramos de cocaína. Cuando se concreta la entrega total de estos cargamentos ilegales, los pescadores artesanales regresan a Manabí y compran casas, autos…
Eso ha traído un nuevo problema para la Policía. Los grupos delictivos locales exigen dinero a los pescadores reclutados por los narcos, los extorsionan y hasta se han generado enfrentamientos.
Aunque el fenómeno no es nuevo, el encarcelamiento de los 300 marinos ecuatorianos en prisiones del extranjero ha pasado desapercibido.
Un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito señala que parte de los “grandes cargamentos” que llegan vía marítima a Centroamérica provienen desde Venezuela y Ecuador. Y se advierte que los alijos de droga se movilizan en botes pesqueros, semisumergibles y lanchas rápidas.
De hecho, en agosto del 2015, un mes después de la fuga de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, jefe del Cartel de Sinaloa, de una cárcel de México, tribunales estadounidenses publicaron informes en los que se conocía las diversas formas que utilizaba ‘El Chapo’ para transportar los cargamentos de alcaloides.
En los documentos se enumeran aviones de carga, ferrocarriles, coches, buques, botes de pesca, submarinos, lanchas, autobuses, remolques de tractores y camiones de transportistas internacionales
En Manabí admiten que las ofertas de los narcos son tentadoras, pues la pesca artesanal es una actividad cada vez menos remunerada. “Los narcos saben esa vulnerabilidad y el reclutamiento se vuelve más fácil”, dicen los policías.
El investigador advierte que son pocos los pescadores que concretan la entrega de los cargamentos, la mayoría se expone a años de cárcel.
En contexto
El 19 de diciembre del 2015 hubo una reunión entre pescadores y asambleístas que representan a los migrantes de Ecuador en EE.UU. y Canadá. Las esposas de los pescadores presos pidieron que se tramite una rápida extradición de los marinos.