El 9 de noviembre pasado, representantes de países democráticos de varias partes del mundo y los ciudadanos alemanes conmemoraron el vigésimo aniversario del final de la muralla que separaba Berlín. La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) enfrentó a los ejércitos soviéticos, por el lado oriental; y los de la coalición de países del occidente, en particular el principal Estados Unidos de América, los cuales avanzaron para ocupar el territorio alemán y se encontraron, cada uno, al frente de la capital, Berlín. De este modo quedó partida en dos sectores; uno bajo el control del comunismo soviético; otro, bajo la ocupación de los ejércitos aliados.
Los del lado oriental que, luego se identificó como República Democrática Alemana (RDA), controlaba el acceso de mayor significación, la llamada Puerta de Brandemburgo. Al inicio, la división ente los dos Berlines consistía en una línea pintada en la avenida, pero la gente del un lado y del otro pasaba y volvía, lo cual fue aprovechado -versión de la RDA- para que agentes del lado occidental interesaran a sus mejores técnicos y los llevasen a trabajar en la otra Alemania, con sueldos muy superiores a los que percibían.
Más tarde -siempre versión de la RDA- se introdujeron personas dedicadas a boicot; y, por ejemplo, si adquirían un empleo en una fábrica o instalación de maquinaria continua, deslizaban un clavo, con lo cual la máquina sufría un daño y, por supuesto, la producción se detenía. Estas fueron razones -según la versión de RDA- para decidir la construcción de la muralla, a partir del mes de agosto de 1961 bajo el concepto de que sus técnicos y científicos deben trabajar y producir para su país; así como poner fin a todo boicot. Individuo que se atrevía a cruzar el muro hacia el occidente moría por disparos de arma de fuego.
Es conveniente recordar que la tal muralla tuvo una extensión de 155 km., de los cuales 106 eran de hormigón; y, el resto, alambrado y con vigilantes armados para evitar el paso; porque pretender pasar por la muralla de concreto que dividía físicamente a los dos Berlines, era imposible. Doy fe de este hecho porque visité la Puerta de Brandemburgo y constaté que desde el muro hacia el fondo había no menos de ocho o 10 hileras de alambres de púa electrificadas; y guardias con facultad de disparar.
La lección que emerge de su fracaso es que la voluntad de libertad del ser humano es más poderosa que un muro de concreto. Porque el muro cayó; y, con él, todo un sistema político bajo control absoluto del Estado y de las autoridades de gobierno.
Que no ocurra, en nuestro Ecuador, aprobar una amplia legislación que permita el control del Estado y de los gobiernos, incluso en el uso de los bienes privados; y, respecto a los habitantes, crear una muralla de prisiones con ley acomodada al interés político.