Gracia, de siete años, odia ir al dentista. Para recompensarla por su valentía de ir, se le ofrece que elija algo a modo de premio ¿La respuesta? Que la dejen usar la ‘ laptop’ de su hermana mayor. “¿Puedo comer mi hamburguesa, mientras uso la computadora y prendo la tele al mismo tiempo?”, pregunta. Acto seguido se pone a escuchar Beyonce en iTunes, a revisar su perfil en Facebook, a activar un juego de dinosaurios, mientras la televisión sigue encendida. En total, tiene tres ventanas abiertas en la pantalla de la ‘notebook’, Disney Channel sintonizado y comida rápida entre sus manos.En un par de años más, Gracia será parte de la llamada ‘iGeneration’, es decir, todos aquellos niños que nacieron a fines de los 90 y a partir del año 2000 y que tienen la asombrosa capacidad del ‘multitasking’, o sea, de hacer cinco, seis e incluso nueve tareas al mismo tiempo. De manera simultánea. Sin perder la concentración. Conexión total, las 24 horas del día. Los siete días de la semana.
Estos chicos entienden al dedillo los iPhone, los iPod, los iPad, las iBook, los Wii, el iTunes y todo aquello que tenga una letra “i” como protagonista. Tecnologías que fueron concebidas a la medida del consumidor y que están cambiando, claramente, el modo en que los niños piensan y lo que esperan del mundo en el que viven.
En entrevista exclusiva con la Revista Ya de Chile, el doctor estadounidense Larry Rosen de la Universidad de California, plantea una analogía de cómo la brecha generacional se ha profundizado. “Tomemos el caso de una niña de 14 años con su mamá de 40. La diferencia entre ambas radica en que la madre usa la tecnología como una herramienta para conseguir algo. Se mete a la red para ver su correo electrónico y esa es su meta. Busca la dirección de algún lugar o para revisar el clima, el supermercado o recetas. En general la madre hace muchas cosas a la vez, pero solo algunas involucran tecnología. Luego tienes a su hija, conectada las 24 horas del día, quien no piensa en la tecnología como una herramienta para nada, ve la tecnología como su vida, como su aire: no pensamos en el aire que respiramos y ella no piensa en la tecnología que usa; es parte de ella”.
Adriana Valcarce, una boliviana de 18 años, que vive en Quito, dice que no tiene gran afinidad con el Wii, “pero sí con el iPod y la computadora. La Internet es fundamental, puedo pasar una tarde entera navegando. Y del celular soy dependiente, aunque no quiera admitirlo”.
Uno de los rasgos fundamentales de los niños de la Generación “i” es que conciben las tecnologías como una extensión de ellos mismos. Sienten, socializan y se inundan de información con ellas. No pueden dejar de usarlas ni siquiera estando en clases. Ni hablar de controles parentales: esta generación se ingenia sí o sí para acceder a todo lo que le apetezca, dice Rosen.
Los niños de la Generación “i” ven poca televisión, y si lo hacen, es a través de la corriente que les proporciona internet. Quieren todo al instante y la palabra paciencia no existe para ellos. Tienen menos conciencia de lo privado. Apenas se comunican cara a cara y casi no usan el teléfono fijo. Mandan miles de mensajes de texto al mes. Están recibiendo más información que cualquier otra generación anterior.
Así le pasa a Matilde Molina, de 12 años. En su tiempo libre, en su casa de Cumbayá, juega en la computadora y con el Wii. “Uso mucho el ‘messenger’ para hablar con mis amigas. De todo, lo que más me gusta es el celular porque llamo, mensajeo, juego, es casi todo en uno”.