Tras la tragedia que dejó 46 muertos el viernes en Odesa, manifestantes prorrusos y la Policía volvieron a enfrentarse ayer en esa ciudad portuaria ucraniana, mientras en el este del país continuó la “operación antiterrorista” del gobierno de Kiev, pese a las protestas de Rusia.
Tras una manifestación en la que participaron 2 000 opositores del gobierno de Kiev, activistas prorrusos asaltaron la sede local de las fuerzas de seguridad, informaron medios locales. Armados con bastones, la multitud rompió una puerta y exigió la puesta en libertad de sus compañeros detenidos.
La Policía cedió a la presión y dejó en libertad a unos 30 presos arrestados tras los últimos enfrentamientos, según testigos. Unidades especiales hicieron retroceder después a los asaltantes, según se dijo. El jefe de gobierno ucraniano, Arseni Yatseniuk, viajó ayer a la ciudad junto al Mar Negro donde en la noche del viernes 46 personas murieron y más de 200 resultaron heridas en un incendio provocado en medio de enfrentamientos entre leales a Kiev y separatistas.
Activistas prorrusos que habían atacado una manifestación nacionalista se refugiaron en una casa sindical, y al parecer sus opositores le prendieron fuego. Yatseniuk responsabilizó a Rusia por la tragedia y aseguró que se trató de “un ataque organizado al pueblo”. “La intención de Rusia era repetir en Odesa lo que ocurre en el resto del país”, aseguró. Yatseniuk acusó a los manifestantes prorrusos de haber “provocado” la violencia. “Encontraremos a todos los instigadores y organizadores”, prometió.
Una comisión especial de la Fiscalía General investigará lo ocurrido, informó el Mandatario. Los servicios secretos ucranianos, SBU, responsabilizan de la violencia a los colaboradores del destituido presidente Viktor Yanukovich.