El equipo de limpieza de petróleo intensificaba sus tareas ayer, en medio de decenas de personas que disfrutaban de las soleadas playas de Florida, pese a que sus costas están amenazadas por la mancha de petróleo del Golfo de México.
Unas 250 personas divididas en equipos de 10 recorren las playas de la isla Santa Rosa, un banco de arena de unos 60 km ubicado a lo largo de la bahía de Pensacola.
fakeFCKRemoveA veces arrodillados, los limpiadores levantan con palas las minúsculas bolitas de crudo expandidas sobre la arena blanca. Contratados por British Petroleum (BP), estos limpiadores fueron formados por funcionarios de parques nacionales.
El petróleo se derramó en el mar tras la explosión del 20 de abril de la plataforma administrada por (BP), Deepwater Horizon, a unos 70 km de las costas estadounidenses. Desde entonces, casi 80 millones de litros de petróleo se han vertido al mar.
Katie Wahan, que trabaja para la agencia que gestiona los parques nacionales en Estados Unidos (National Park Service, NPS), reveló que aún no se ha prohibido el baño en ninguna playa.
“Hace algunos días estábamos en la playa y estaba magnífico. Ahora es horrible”, se lamentó ayer Robin Woolsey. Originario de Nevada, es la primera vez que Woolsey pasa unas vacaciones en esta región conocida por la riqueza de la fauna acuática y la belleza de sus playas. “Cuando uno se mete al agua siente el petróleo. Es pegajoso”, comenta.
Un poco más lejos, en otra parte de la isla, los bañistas parecen ignorar la contaminación. Chad Lunsford, de Alabama, juega en las olas junto a su esposa y sus dos hijos de tres y cuatro años respectivamente. “Si hubiésemos visto algo en el agua no nos bañaríamos”, asegura Chad.
Según el comandante de la Guardia Costera, almirante Thad Allen, “lidiar el derrame petrolero en la superficie tomará un par de meses”. Él coordina la respuesta del gobierno al derrame petrolero. No obstante, advirtió que solucionar “los problemas a largo plazo como recuperar el medio ambiente y los hábitats tomará años”. Lo dijo en una conferencia de prensa en la Casa Blanca, tras informar al presidente Barack Obama sobre las últimas novedades del desastre.
“En las últimas 24 horas pasamos de bombear 6 000 barriles a 11 000 (1,75 millones de litros)”, indicó Allen, refiriéndose a un embudo emplazado la semana pasada sobre la fuga de crudo. Una tubería desvía el petróleo derramado desde este embudo hacia un buque contenedor en la superficie.
Un 69% de estadounidenses juzga la reacción del Estado federal frente a la marea negra a lo largo de sus costas del sur, según un sondeo publicado ayer.
Este revela un disgusto mayor ante el gobierno con esta catástrofe ambiental que con el huracán Katrina en 2005. Entonces, 62% de opinión negativa obtuvo el gobierno de George W. Bush dos semanas después de que el huracán Katrina devastara el sur del país dejando 1 500 muertos.