Con nueve y diez grados todavía es posible sucumbir al vicio de fumar y salir a los portales de bares, discotecas y restaurantes a echar una calada (pitada). Estas suaves temperaturas, inusuales en el invierno madrileño, están permitiendo que los fumadores lleven con mejor talante la restricción de fumar en espacios públicos y también en los que son cerrados.
En una esquina de la calle Huertas, una de las principales zonas de ocio nocturno de Madrid, un hombre sin abrigo apura un cigarrillo y mira a sus amigos a través de la ventana de la taberna Miranda. Les hace señas de que no hace tanto frío, pero el grupo igualmente se compadece del fumador. “Ya no me apetece fumar como antes, tiro los cigarrillos a la mitad”, dice. “Antes me terminaba dos paquetes diarios, ahora llego con uno”.
Pero no todas las conversaciones que es escuchan en la calle agradecen la prohibición, que está vigente desde el 2 de enero. “Estoy de acuerdo que no se fume en restaurantes, pero deberíamos poder fumar en los bares de copas y discotecas”, dice el portero del bar La Lupe, tabaco en mano, por supuesto. “¿Y qué me dices de no fumar en un concierto?, le responde un cliente que ha salido a fumar y aprovecha para hacer una llamada.
En las puertas del restaurante Maceiras, un grupo de mujeres adultas habla del cigarrillo electrónico, que contiene nicotina y se puede fumar en cualquier sitio porque el humo que produce es vapor de agua. “¿Pero cuánto cuesta?”, pregunta una. “Sobre los cuarenta euros y hay que recargar la batería durante la noche para fumar durante el día”, dice otra que ha visto la información en Internet”.
Un estudiante estadounidense que lleva unos meses en Madrid y recorre Huertas para colarse en un garito (local) asegura haberse sorprendido de que en España se pudiera fumar en todo sitio. “La medida me da igual, ya estaba acostumbrado porque en Estados Unidos se puede fumar solo en algunos”. En la misma línea opina un coreano, parroquiano de la taberna El León de Oro. “Nos tenemos que acostumbrar, antes se fumaba en los sitios de trabajo y hasta en el interior del metro y ahora eso es impensable”.
La ley ‘antitabaco’ roza la prohibición total y se ha convertido en una de las más restrictivas de Europa. Además de los locales de ocio, tampoco se puede fumar en las cercanías de hospitales y parques de niños. El único punto flexible de la ley antitabaco es aquel que contempla la posibilidad de que se creen clubes o sociedades de fumadores que se reúnan en sitios donde no se permita la venta de comida ni la presencia de menores de edad. Estas sociedades deberán registrarse como tal en el Ministerio de Interior y todos los que deseen participar en sus actividades, básicamente fumar, deben asociarse.
La principal motivación del Ministerio de Sanidad para endurecer la Ley es reducir el macabro número de 50 000 muertes al año por tabaquismo en España. Sin contar con las víctimas del tabaquismo pasivo. Un estudio de la Universidad de Zaragoza, hecho entre 2006 y 2008 y difundido por el diario El País, aporta datos interesantes sobre el daño que sufren los fumadores pasivos: el humo de los establecimientos analizados en Zaragoza (algo que se puede extrapolar a toda España) era nueve veces mayor a lo aconsejado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los fumadores pasivos, según el estudio, estaban en riesgo permanente porque el humo del tabaco tiene partículas vinculadas a enfermedades respiratorias y cardiovasculares. La OMS recomienda no exponerse a una concentración mayor a 25 unidades de estas partículas; en los bares estudiados se disparaban a 229.
La Federación Española de Hostelería y Restauración, aunque apoya la lucha contra el tabaquismo, ha criticado la dureza de la ley. Este gremio ha elaborado un comunicado que lleva como epígrafe: “Prohibición total > ruina del sector”. El documento utiliza cifras de la situación en Irlanda (que junto con Chipre son los únicos países europeos que prohíben fumar en locales de ocio).
El cambio en la legislación española ha venido en el peor momento de la hostelería. Los datos del Instituto Nacional de Estadística señala que el sector, que generaba al año 128 000 millones de euros, sufre una caída del 10% desde el 2008. Cuando empezó la crisis. La estimación de la Federación Española de Hostelería es que las ventas caerán hasta un 15% más. Por eso ellos mantienen la propuesta de crear zonas separadas con ventiladores para los fumadores, como en Francia y otros países europeos.
Hay unas mil denuncias más por incumplimiento de la ley. La organización de consumidores Facua las ha recogido durante esta semana. Andalucía lidera la lista de quejas, seguida de Madrid y Cataluña. Una de las claves y fortalezas de la ley es que cualquier persona puede denunciar si detecta que en un bar o restaurante se permite fumar. Hay portales en Internet para recibir las quejas que son formalizadas ante el Ministerio de Sanidad.
En otras palabras, los no fumadores, un frente de 33 millones en España, luchan contra esos 12 millones de fumadores que no entienden el café, la cerveza o una copa sin tabaco. No por nada, un camarero que agota su día en Casa Labra, uno de los bares más visitados, donde se fundó clandestinamente del Partido Socialista (en el Gobierno y que aprobó la ley), tuvo que ceder y se ha comprado un parche para dejar de fumar.
mas del tabaquismo pasivo. Un estudio de la Universidad de Zaragoza, hecho entre 2006 y 2008 y difundido por el diario El País, aporta datos interesantes sobre el daño que sufren los fumadores pasivos: el humo de los establecimientos analizados en Zaragoza (algo que se puede extrapolar a toda España) era nueve veces mayor a lo aconsejado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los fumadores pasivos, según el estudio, estaban en riesgo permanente porque el humo del tabaco tiene partículas vinculadas a enfermedades respiratorias y cardiovasculares. La OMS recomienda no exponerse a una concentración mayor a 25 unidades de estas partículas; en los bares estudiados se disparaban a 229.
La Federación Española de Hostelería y Restauración, aunque apoya la lucha contra el tabaquismo, ha criticado la dureza de la ley. Este gremio ha elaborado un comunicado que lleva como epígrafe: “Prohibición total = ruina del sector”. El documento utiliza cifras de la situación en Irlanda (que junto con Chipre son los únicos países europeos que prohíben fumar en locales de ocio).
El cambio en la legislación española ha venido en el peor momento de la hostelería. Los datos del Instituto Nacional de Estadística señala que el sector, que generaba al año 128 000 millones de euros, sufre una caída del 10% desde el 2008. Cuando empezó la crisis. La estimación de la Federación Española de Hostelería es que las ventas caerán hasta un 15% más. Por eso ellos mantienen la propuesta de crear zonas separadas con ventiladores para los fumadores, como en Francia y otros países europeos.
Hay unas mil denuncias más por incumplimiento de la ley. La organización de consumidores Facua las ha recogido durante esta semana. Andalucía lidera la lista de quejas, seguida de Madrid y Cataluña. Una de las claves y fortalezas de la ley es que cualquier persona puede denunciar si detecta que en un bar o restaurante se permite fumar. Hay portales en Internet para recibir las quejas que son formalizadas ante el Ministerio de Sanidad.
En otras palabras, los no fumadores, un frente de 33 millones en España, luchan contra esos 12 millones de fumadores que no entienden el café, la cerveza o una copa sin tabaco. No por nada, un camarero que agota su día en Casa Labra, uno de los bares más visitados, donde se fundó clandestinamente del Partido Socialista (en el Gobierno y que aprobó la ley), tuvo que ceder y se ha comprado un parche para dejar de fumar.