Río de Janeiro defiende el derecho a mostrar los senos y lo prueba, en un Brasil más puritano de lo que sugiere el cliché. Durante el Carnaval que comienzó oficialmente ayer, viernes 28 de febrero de 2014, la “folia” o espíritu festivo se apodera de la ciudad, como puede verse en los originales disfraces de los fiesteros y en los nombres de los grupos carnavalescos o “blocos”.
El culto al cuerpo, muy extendido en Río, y la cultura del biquini “hilo dental” no impiden a los brasileños conservar cierto pudor o tener tabúes.
En Brasil, el país con más católicos del mundo, el “topless” está prohibido por una ley que reprime “actos obscenos”. El grupo musical Banda da Rua do Mercado, creado en 1999 y que lleva el nombre de una calle del centro, eligió el año pasado como su “portabandera” a Ana Paula Goncalves Nogueira, una actriz que reivindica el derecho a un bronceado integral.
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Ana Paula Goncalves Nogueira. Foto: AFP
Luego de que la policía detuviera a otra actriz, Cristina Flores, por atentado al pudor cuando posaba sin el corpiño de su biquini para fotos promocionales, una joven especializada en la producción de eventos tuvo la idea de organizar un “toplessazo”, un gran ‘topless’ colectivo.
Fue allí que Gonçalves Nogueira se hizo conocer en diciembre, en un evento un tanto surrealista en la playa de Ipanema que atrajo a cientos de periodistas y curiosos, y solo a un pequeño puñado de jóvenes que se animaron a posar en ‘topless’.
“¿Por qué no en Brasil?”
Pero las autoridades de Rio no se inmutaron esta vez. El “bloco” de la Rua do Mercado procedió entonces con su idea, a medio camino entre lo publicitario y lo liberador. “En Europa, las mujeres tienen derecho a hacer ‘topless’, ¿entonces por qué no en Brasil?”, preguntó a miles de espectadores un bigotudo que arengaba al grupo en la Rua do Mercado la noche del jueves. Un clamor de apoyo brotaba del público.
La actriz apareció entonces en el escenario, junto a un grupo de música, el torso desnudo cubierto con finos collares de metal, enarbolando con orgullo el estandarte del “bloco”.
La reina del “bloco” y sus dos princesas la siguieron, agitando las caderas al ritmo de samba, con ropas minimalistas pero clásicas para la ocasión, de azul brillante y corsés apretadísimos. Y luego, una decena de ninfas con los pechos desnudos, aunque pintados con flores y otros motivos, aparecieron sobre el escenario.
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La música paró. El maestro de ceremonia habló con ellas brevemente, no sin algunas exclamaciones salaces que hicieron reír a las jóvenes. Era el momento clímax y quienes hasta entonces cabeceaban bajo el efecto de la cerveza y las conversaciones no se perdían nada de lo que sucedía en el escenario. “Ahora, vamos a dejarlas que bajen”, dijo el maestro de ceremonias al micrófono.
“Sé que ustedes son personas civilizadas, que Río de Janeiro es una ciudad que acoge bien a las personas, y que ustedes van a apreciarlas, pero respetando, ¿vale?”. Su voz dejaba traslucir una ligera inquietud. Pero el carnaval callejero continúa, sano en cuerpo y alma.