La posibilidad de una reforma migratoria en Estados Unidos se aleja después de que el líder demócrata en el Senado, Harry Reid, reconociera que no va haber debate a corto plazo, mientras que Arizona se dispone a aprobar una dura ley contra los ilegales. Tras meses de deliberaciones, los demócratas y republicanos no se han puesto de acuerdo en un texto que tiene que ser bipartidista si quiere contar con un mínimo de posibilidades de ser aprobado. El demócrata Reid, cuyo partido cuenta con 59 de los 100 escaños en el Senado, reconoció que no se podrá debatir ningún texto de aquí a finales de mayo, antes de un nuevo corte por vacaciones legislativas. “No mencioné migración en este período de trabajo porque no tengo la intención de hacerlo hasta que no resolvamos otros problemas”, declaró Reid. La compleja reforma de los mercados financieros y una inesperada vacante en la Corte Suprema amenazan con ocupar buena parte de los debates parlamentarios al regreso de esas vacaciones. Estados Unidos cuenta con unos 11 millones de indocumentados según los últimos datos disponibles, dos tercios de los cuales son hispanos. El presidente Barack Obama prometió que la reforma migratoria sería una prioridad, y volvió a decirlo ante líderes del caucus hispano antes de la aprobación clave de la reforma de los servicios de salud. Dos senadores, el demócrata Charles Schumer y el republicano Lindsey Graham, negocian desde el 2009 un texto común que contaría con un programa de legalización para los indocumentados con condiciones, un programa de permisos de trabajo temporales y tarjetas de identificación biométricas. Los activistas partidarios de la reforma, que consiguieron movilizar a decenas de miles de personas el pasado 21 de marzo en Washington, advierten que no están dispuestos a dar su brazo a torcer. Otras voces republicanas sí se han expresado y de forma inquietante: el senador Jon Kyl (Arizona) aseguró en un mitin hace semanas que su partido estaba dispuesto a boicotear los debates en represalia por cómo los demócratas aprobaron la reforma sanitaria. En Arizona, la Cámara de Representantes aprobó esta semana una iniciativa que convierte en un delito la presencia en el país de personas sin papeles. El proyecto debe ser aún aprobado por el Senado estatal, y firmado por la gobernadora, pero de por sí es la iniciativa más dura promocionada en Estados Unidos. Se calcula que en Arizona viven unos 400 000 inmigrantes ilegales, que de acuerdo a esta ley podrían ser detenidos y deportados.