En Chile aumentan las querellas para determinar quiénes fueron los responsables de no dar la alerta de tsunami posterior al terremoto del 27 de febrero. Por este motivo, familiares de unas 20 personas fallecidas demandarán a los funcionarios del Estado que no advirtieron a tiempo e incluso descartaron la llegada del tsunami a las costas.
“Hasta el momento he tomado contacto con familiares de al menos 20 víctimas de distintas partes del país, golpeadas por el tsunami. Con ellos vamos a estudiar el tipo de acciones legales que tomaremos” , dijo el abogado Alfredo Morgado, que asumirá el caso.
Los primeros en demandar fueron dos hombres que junto con sus esposas pasaban vacaciones en el puerto sureño de Dichato, y huyeron a los cerros tras el terremoto de 8,8 grados del 27 de febrero, bajo el entendido de que podría llegar pronto un tsunami.
No obstante, tras escuchar por una radio un comunicado de la Oficina Nacional de Emergencia y declaraciones de la entonces presidenta Bachelet, que descartaban el tsunami, los cuatro volvieron a la casa. Luego vino la gran ola y mató a las dos mujeres.
Motivados por esta medida, familias de fallecidos durante esta tragedia contactaron a Morgado, quien patrocina a los primeros demandantes, para solicitar la sanción a quienes resulten responsables de lo que consideran como una negligencia.
Insuficiencias en equipamiento técnico, recursos humanos especializados, coordinación institucional, planificación territorial y cultura ciudadana quedaron al descubierto tras el terremoto y el posterior tsunami.
“Lamentablemente los puentes de comunicación entre el mundo de la ciencia y el de las decisiones políticas son muy frágiles y poco expeditos”, dijo el director del Centro Internacional de Investigación de Terremotos Montessus de Ballore, Jaime Campos, de la estatal Universidad de Chile.
“Esa es una de las grandes lecciones que hay que aprender”. El sismólogo chileno, junto con otros científicos nacionales y extranjeros, detectó a comienzos de la década de 1990 la existencia de dos “lagunas sísmicas” en este país sudamericano de 17 millones de habitantes, donde podían ocurrir terremotos de gran magnitud por la interacción de las placas tectónicas Sudamericana y de Nazca, cuyos límites, o falla, coinciden con el territorio chileno. La última publicación se divulgó en el 2009. Una de esas zonas “maduras” desde el punto de vista sísmico era el sector comprendido entre las ciudades de Constitución y Concepción, donde se sintió con más fuerza el terremoto.