El ex presidente de la República, Alfredo Palacio, remitió una extensa carta a este Diario, exponiendo su posición acerca de los reportajes publicados sobre los cables de Wikileaks, el 18 de mayo, 6 y 12 de junio, relativos a decisiones durante su período presidencial.
Para el ex Mandatario, los Wikileaks son, por lo menos, un gesto digno contra el secuestro de la verdad. “La moral pública y un mínimo de integridad política obligan al mundo a guardar coherencia con el gesto”.
Los Wikileaks -señala Palacio- revelan la alternativa ejercida por la administración Bush y por las grandes corporaciones para desprestigiar al político o al gobernante que se oponga a sus intereses, no siempre sagrados, sino petroleros, corporativos, mercantiles… Y también la posibilidad de ofrecer su respaldo a la servidumbre criolla que busca la oportunidad de encumbrarse sin méritos sobre el hombre que cuida su independencia. Interviene –abierta o secretamente- en la vida pública de todas las naciones.
“El primero de los tres reportajes revela -por boca propia- la confabulación, el acto de colusión entre la Embajada norteamericana y los hermanos Gutiérrez en mi contra. La segunda publicación contiene supuestas expresiones mías en contra del Presidente de Venezuela y de funcionarios de mi gobierno. Jamás hablé mal de ningún Presidente, allí está el testimonio de honor de los dos diplomáticos que ejercieron la Cancillería durante mi período, Antonio Parra y Francisco Carrión. Con el presidente Chávez tuve excelentes relaciones. Él fue recibido dignamente las veces que visitó el país. Las diferencias naturales que se dan entre dos mandatarios que defienden los intereses de sus respectivas naciones, no guardan ninguna relación con la obscena vulgaridad que exhiben los funcionarios de la administración Bush”.
Pero, el contenido fuerte se lo había reservado para el 12 de junio, dice Palacio. Empieza con el título ‘Debilidad e incapacidad acabaron con el TLC’. “El reportaje es una larga lista de rencores y frustraciones que los funcionarios de la embajada sentían por su fracaso en sostener en la Presidencia a su hombre de confianza, que les había prometido el TLC “va porque va”, mantenía el Feirep, la recompra de deuda externa y los contratos petroleros leoninos… Desde el comienzo de mi gobierno habían expresado su comprensible animadvesión y su inocultable deseo que, producido el desenlace del 20 de abril, yo no asuma la presidencia…”.
“Mis desacuerdos con el presidente Gutiérrez en estos temas habían sido muy claros. Pero no hay nada que justifique el lenguaje ofensivo e irrespetuoso de la de diplomacia bushiana. Mi protesta es personal, pero sobre todo levanto la voz como hombre libre, que no acepta humillaciones de un abusivo gobierno extranjero”.
Acerca del Tratado de Libre Comercio, Palacio dice: “Jamás cedí a ninguna presión: ni al ‘TLC va porque va’ ni al ‘no al TLC’. Mantuve todas las mesas de discusión con EE.UU. Sostuve que las discusiones del TLC eran el foro adecuado, la vitrina insuperable para exponer las ideas y los anhelos de la patria. Sostuve con dignidad la necesidad de tratar dos temas que EE.UU. se negaba a discutir”.
Los contratos petroleros
Los convenios petroleros con las empresas privadas eran oprobiosos, según el ex presidente Alfredo Palacio.
“Repartían altísimos porcentajes a las petroleras transnacionales y muy poco para el estado ecuatoriano”.
Por ejemplo, una de esas reparticiones era 82 y 18%, que al precio de USD 15 el barril de petróleo al momento de firmar el contrato, significaba repartir USD12, a la transnacional, lo cual incluía gastos de exploración, explotación, y hasta “ganancia justa” etc., y apenas USD 2,50 para el Ecuador.
Pero el precio del petróleo había subido extraordinariamente y todo el excedente se iba afuera. “Les propuse a las transnacionales renegociar los contratos. La Oxy se opuso, a menos que Ecuador desistiera de la demanda de caducidad del contrato. Les expliqué que yo no podía hacerlo porque había jurado respetar la Constitución y la independencia de los poderes del Estado”.
La decisión de mi gobierno fue, entonces, reformar la Ley de Hidrocarburos. Respetaríamos todos los contratos hasta el nivel al cual se firmaron los contratos. Todo excedente se repartiría, asegurando no menos del 50% para el Ecuador”.
El problema de la caducidad con la Oxy se dio por una demanda de la Procuraduría en su contra por incumplimiento del contrato. El acuerdo -firmado por Oxy- prohibía expresamente que una demanda de caducidad sea sometida a un tribunal de arbitraje”.
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