Como una gran oportunidad para reinventar un género, para probarse como intérpretes, para obtener réditos comerciales o para imponer un estilo propio en temas tradicionales, algunos artistas se apartan de las tendencias, para poner en su voz letras y sonidos de antaño.
Acaso, ante la baja producción durante décadas o la confusión musical imperante por las incontables influencias que difuminaron la línea de géneros otrora populares, surge la necesidad de nuevos intérpretes. Entonces, ellos se erigen como los puentes que conectan generaciones y que rescatan melodías del olvido.
Claro, también puede haber otras motivaciones y el éxito en ventas que alcanzan estas propuestas podría justificar la adopción de la reinterpretación.
Un camino que además genera división entre los seguidores del género, los admiradores del artista, aquellos que son más puristas en cuanto a gustos y otros que llegan a conocer, a amar y a pedir un tema años después de su creación. Devoción y rechazo sobrevuelan tanto partituras y poesías, como voces y estilos.
Para ejemplificar lo antes dicho, vale la mención de cuatro artistas, que se han involucrado y saboreado el éxito, haciendo suyos, y de nuevos oídos, el pasillo, el bolero, el vallenato y el tango.