Santiago Estrella Garcés.
Corresponsal en Buenos Aires
La Paternal es un barrio que está viviendo una fiesta permanente. Ubicada en el centro geográfico de Buenos Aires, es una ciudad que se resiste al tiempo. Pasear por allí, es como respirar ese Buenos Aires del que nos habla el tango y el fútbol: el barrio típicamente porteño.
“A mí no me gusta”, dice Marina. “Lo siento como detenido en el tiempo, como que todo avanza, menos nosotros. Mira las calles: muchas son de adoquines”.
“Es mejor que sea así. Vivo en un pasaje donde todo es igual. Las casas son bajas y entre todos nos conocemos. No sé si pudiera vivir en otro lugar”, dice Carmelo, quien llegó desde Italia a los tres años, y ahora tiene 64. Pero Marina está feliz. Su barrio, ese que tanto le disgusta, ahora está gozando de las mieles del éxito. Argentinos Juniors, su equipo, el equipo de La Paternal, quedó campeón luego de 25 años.
‘El bicho de La Paternal’, como le dicen al equipo, le da vida al barrio. Hay una escena que se repite cada vez que juega de local en su estadio: padres, hijos y abuelos cierran las puertas de sus casas con sus distintivos rojo y blanco.
“Es uno de los pocos equipos que siguen siendo de barrio. Donde va toda la familia y luego de cada ‘match’ nos vamos a comer una pizza al Yatasto”, dice Matías Gómez, de 83 años “y con 60 años de socio”, añade con orgullo.
El Yatasto es uno de sus bares tradicionales. Su nombre un homenaje al más famoso caballo de carreras que conoció esta ciudad de ‘burreros’, como le dicen a los fanáticos del hipódromo, durante la década de los 50.
“Acá vienen los jugadores luego de las prácticas y los hinchas después de los partidos; eran niños y ahora tienen 50 años”, dice Marcelo Ramos, su propietario.
La Paternal, nombrado así por una sociedad de fomento que construyó casas para obreros por 1904, tiene sus orgullos. Por sus calles caminó, desde que era niño hasta que murió en un accidente de moto, Norberto Napolitano (1950-2005), mejor conocido como ‘Pappo’, la leyenda del blues y el rock, que un día alucinó con su guitarra a BB King.
“Por aquí pasaba todos los días. Era un buen pibe, saludaba con todos. Nunca se fue. Era más de la noche y de la cerveza, pero era un fenómeno”, dice González.
Pero hay otro que quizá llene más las portadas del mundo, a quien vieron también desde que era niño, aunque vivía en Villa Fiorito (Lanús) vestía el rojo y blanco del bicho. Se llama Diego Armando Maradona.
“¿Sabes lo que era Diego? En el medio tiempo hacía jueguito (cascaritas con la pelota) cuando era pasabolas. La gente se fue enterando y venía a la cancha solo para verlo”, dice Horacio.
“Por eso somos el semillero del mundo’ De acá salieron los mejores jugadores de Argentina, y sobre todo los mejores jugadores de los últimos 30 años: Maradona, Redondo y Riquelme”, asegura Luis Campana, chofer de grúa. “Me tuve que ir del barrio en el que viví 40 años por problemas familiares. Pero cada vez que vengo con la grúa, me pongo a llorar. Extraño La Paternal”.
Escucharlo era como estar en presencia del más grande bandoneonista, Aníbal Troilo, cuando en su ‘Nocturno a mi barrio’ cantó: “Alguien dijo una vez / que yo me fui de mi barrio. / ¿Cuándo’? ¿Pero cuándo? / ¡Si siempre estoy llegando! / Y si una vez me olvidé / las estrellas de la esquina de la casa de mi vieja / titilando como si fueran manos amigas, / me dijeron: gordo, gordo, quedate aquí, quedate aquí”.
El sentimiento barrial no es prerrogativa de generaciones anteriores. Sebastián y Micaela (15 años), y Sebastián (14) no dudan en decir que “es el mejor barrio de la ciudad. No Palermo, no San Telmo, no Flores, es La Paternal. Acá todos somos amigos”.
Declarado hincha de River, Enrique Fernández reconoce que “la vida apasionada de la gente de este barrio”, Argentinos se fue ganando el corazón de sus hijos. “Pero ni loco me hago de River. Argentinos juega mejor”, dice su hijo Emanuel.
“Qué festejo”, dice Óscar Alderete, hincha de Boca. A la cancha de Huracán fueron 11 000 hinchas de los ‘bichos colorados’. “Y nosotros seremos a lo sumo unos 15 000 en todo el barrio. Esto quedó vacío. Pero todos campeones”, finaliza Carmelo.