Celulares, televisores computadoras, así como también los equipos de audio, video y cualquier aparato electrónico desechado componen un grupo de desperdicios de gran crecimiento que genera una contaminación imparable y continúa en todo el mundo.
Los adelantos en tecnología, el feroz y creciente mercado consumista y la vertiginosa renovación de los artefactos, han dado lugar a una lógica de lo desechable que se está volviendo inmanejable. Estos artefactos electrónicos, una vez cumplida su vida útil pasan a generar un residuo muy dañino ya que contienen plomo, cadmio, bromo, cromo y níquel.
Trastornos menstruales, daño renal o irritación del sistema nervioso son algunos de los daños que provoca el plomo. El cadmio puede generar problemas en riñones, pulmones, corazón, y el níquel, además de afectar los pulmones, puede generar abortos espontáneos.
Los monitores de las computadoras, por ejemplo, contienen aproximadamente entre 1,8 y 1,6 kilogramos de plomo como óxido de plomo que puede causar daños al sistema nervioso central y periférico y al sistema sanguíneo.
En India, los desechos electrónicos componen una pila altamente contaminante y tóxica que crece en 40 millones de toneladas métricas cada año. Dentro de 10 años, ese amontonamiento crecerá 500 por ciento en India, en comparación con su tamaño en 2007. Esos son los poco alentadores datos que revela las Naciones Unidas.
En Estados Unidos, solo en 2004, 315 millones de computadoras personales pasaron a ser obsoletas en el mundo, dice el Programa de Naciones Unidas para el Ambiente (PNUMA); entre 14 y 20 millones de PC son desechadas cada año.
Sin embargo, “el problema es particularmente agudo en el oeste de África. Niños rebuscan en las montañas de desechos electrónicos algún material que pueda ser vendido”, asegura Ruediger Kuehr, supervisor de la iniciativa cero emisiones en la Universidad de las Naciones Unidas.
La continua oferta tecnológica y, simultáneamente, el consumo de dispositivos electrónicos es tan elevado que todo lo anticuado – o no tanto- pasa rápidamente a ser chatarra. En los últimos años, por ejemplo, ha habido un cambio masivo de las televisiones regulares a las de pantalla plana de plasma.
Casi nada se salva. Los teléfonos celulares se vuelven obsoletos en poquísimo tiempo. Según explica un reportaje publicado en enero en la revista National Geographic: “98 millones de celulares recibieron su última llamada en 2005”.
Los aparatos electrónicos son el resultado de un complejo proceso de fabricación (son cuidadosamente diseñados para no afectar a los usuarios), que incluye gran cantidad de sustancias peligrosas. Sin embargo, al desecharse estos productos de manera inadecuada o al romperlos, generan un terrible foco de contaminación para las personas, el agua y el ambiente en general.
Y entonces, ¿qué hacer con esos desechos?
Ante todo, evitar que este tipo de residuos terminen en los basureros municipales.
Su reutilización tiene ventajas: se evita, por un lado, generar mayor volumen de residuos, y, por el otro, sus componentes pueden volver a ser utilizados por la industria y ganar espacio para acopio de ‘stock’.
Es decir, que en lugar de contaminar el ambiente con estos desechos, las empresas del sector pueden generar una pequeña ganancia.
Por otro lado, la empresa puede deshacerse de pasivos potencialmente riesgosos y ganar espacio para acopio o para ampliar producción.