Un robusto arquero patea el balón y cruza un poco más allá del medio campo. Diego Guevara lo recibe y demuestra sus destrezas. Dribla a uno, a otro, ‘Leo’ Messi (crack del Barcelona español) es un aprendiz ante este Ronaldinho en cancha sintética.
Este pelilargo, del equipo Dream Metal, se acerca al área chica y le queda por superar al último defensa del conjunto Ciudad Santa, Juan Freire (también de cabello largo). La imagen parece una secuencia de una final de un Mundial de Fútbol. Los dos viven una batalla aparte.
Cada vez están más cerca. Guevara hace un quiebre de cintura, Freire cae en el amague y se molesta. El atacante, vestido de blanco, adelanta la pelota mientras el defensa, que viste de negro, intenta rechazarla y no lo consigue.
La patada llega a las partes íntimas del delantero, quien grita y muestra que el golpe le dolió hasta el tuétano. Cae al césped sintético y con la rapidez de un rayo levanta la mano pidiéndole al árbitro una sanción para su agresor.
Su dolor casi no lo deja respirar, tose y su agresor se acerca para darle la mano y levantarlo, pero no puede. El juego está detenido a pocos minutos del final.
En los exteriores de la cancha, los aficionados se apasionan por sus amigos. La moda metalera es la que manda en las gradas. Hay mujeres con vestidos negros largos que combinan con ropa púrpura. La mayoría tiene al menos un tatuaje en la piel.
Juan Cevallos lleva un tatuaje en el brazo derecho, similar al de Axl Rose, vocalista de la banda Guns N’ Roses. Una cruz con los rostros cadavéricos de los ex integrantes de esa agrupación.
El cotejo entre Ciudad Santa y Dream Metal es parte del II Campeonato de Fútbol de Bandas y Jornadas Roqueras que se realiza en Cuenca. Este año participan 23 equipos conformados por miembros de bandas metaleras de la capital azuaya.
Son tres grupos: dos de ocho equipos y uno de siete. Los partidos se juegan los viernes y sábados. De esta primera etapa clasificarán los cinco primeros equipos de cada grupo y el mejor sexto.
Juan Baculima, organizador del certamen, alista para la gran final (a inicios de julio) un concierto con las bandas que participan y con tres invitadas.
Entre los equipos protagonistas del torneo se destacan Jethzabel y Mantra, de rock progresivo; otras como Ciudad Santa, dedicada a componer música en el estilo Heavy Metal. Un roquero tiene sus exigencias y en su campeonato no puede faltar la música.
Hay altos parlantes en el escenario y mientras Guevara sigue adolorido en piso, todos escuchan el disco The Formation of Damnation, de la banda californiana de trash metal, Testament.
El sonido está algo bajo. “Ya le voy a decir al ‘man’ que alce el volumen”, dice Cevallos, un robusto roquero de cabello largo y barba. El árbitro pita la falta a Guevara, cerca del área y el agredido se encarga en cobrar. El arquero de Ciudad Santa detiene el balón. Diego Guevara parece que no está en condiciones de seguir jugando tras la patada.
Pide cambio y al salir de la cancha su novia lo abraza. Diez minutos después el partido termina y el marcador señala 8-2, a favor de Dream Metal. El dolor del delantero no fue en vano porque con ese triunfo su equipo se ubica p rimero en el grupo A.