El ecuatoriano sobreviviente a la matanza ocurrida en Tamaulipas, salió hace un mes de su natal Ger, una comunidad ubicada en la parroquia Gualleturo, en la provincia de Cañar. Una zona de agricultores de escasos recursos económicos.
Su intención fue trabajar en Estados Unidos para mantener a su pareja, quien está embarazada de cuatro meses. Su primer hijo falleció a los 6 meses de edad. Hasta la tarde de ayer, ella no conocía ningún detalle sobre la matanza registrada en Tamaulipas (México), de la que su esposo fue el único sobreviviente.
“Hace una semana me llamó para decir que estaba bien y que llegó a Guatemala y que iba a seguir viajando”. Los progenitores del sobreviviente viven en Estados Unidos, él desde hace cuatro años y ella desde hace dos, refirió su primo, quien es dirigente de la comunidad.
Él llegó la tarde de ayer a la pequeña casa de la esposa del sobreviviente porque sus familiares le alertaron que algo había ocurrido con él.
La esposa estaba nerviosa y tenía recelo de conversar. Su preocupación era saber si su pareja estaba bien. No conocía los detalles del viaje. Otros parientes y vecinos también acompañaban a la joven.
Este emigrante se endeudó en USD 11 000 para viajar a EE.UU. y lo hizo a través de un coyotero. Esperó cumplir la mayoría de edad para sacar su pasaporte y viajar. Su cumpleaños fue pocos días antes de partir, según su esposa.
El presidente de la Junta Parroquial de Gualleturo no conocía el hecho, al igual que el párraco, quien reside en la zona desde hace 40 años. Este último señaló que los jóvenes de esa parroquia salen a EE.UU. y España porque no tienen oportunidades de trabajo. “Su ilusión es comprar un terreno, una casa o un automóvil”.
En Gualleturo se dedican al cultivo de maíz, habas y otros productos. A eso se dedicaba el ecuatoriano en la pequeña parcela que le dejaron sus padres cuando emigraron, o en la construcción cuando había obras en la comunidad de Ger. También viajaba a la Costa en busca de trabajo en bananeras y plantaciones de caña.
Gualleturo está ubicado a dos horas del cantón Cañar y la comunidad de Ger a 12 kilómetros del centro parroquial, en una vía que está en malas condiciones.
En la noche llegaron más familiares y amigos a la pequeña casa de adobe, de una sola habitación, donde vive la esposa. Es una de las más humildes del poblado que tiene unas 100 viviendas, la mayoría de ladrillo y bloque de tres pisos fabricadas por los emigrantes. Anoche la abuelita del sobreviviente era la que más lloraba. “Se fue sin avisarnos, solo a la esposa le ha contado”.
Creía que su nieto estaba muerto. Ger es un pueblo que carece de agua potable y alcantarillado, solo tiene energía eléctrica.