Ni la primera noticia, ni en el primer bloque. La cumbre Unión Europea-Comunidad Andina (CAN) no revistió gran importancia en el informativo de mediodía de Televisión Española, la cadena que más se ocupó de difundir la cumbre UE-América Latina. Este dato refleja, de algún modo, los resultados de una cumbre deslucida y de poco interés para la sociedad española y los residentes en la Península, preocupados más en la crisis, el desempleo y las últimas medidas económicas anunciadas por el Gobierno de Rodríguez Zapatero. El martes, el punto que varió esa tónica lo marcó la presidenta argentina, Cristina Fernández, durante la inauguración de la cumbre. Allí, pidió a Europa no culpabilizar a los inmigrantes de las crisis de sus países y no aplicar medidas discriminatorias. Este llamado de atención hacia un continente fuerte, a veces intocable, viniendo de una región emergente, fue portada de diarios y titular de informativos.La respuesta vino de boca del propio presidente Zapatero. En rueda de prensa, se comprometió a estudiar con las embajadas de los países de origen medidas concretas para ayudar a los inmigrantes afectados “de manera singular” por la crisis. Al mismo tiempo, destacó las iniciativas gubernamentales, dirigidas a ellos, como la posibilidad de cobrar la prestación de desempleo acumulada para regresar a su país (con el compromiso de perder la residencia) y la extensión del plazo para pagar las hipotecas. Además, en el discurso de clausura, Zapatero aseguró que se responsabilizará de los inmigrantes acuciados por las crisis. “Tomamos nota, nos preocupa, nos responsabilizamos de ello”.En el Centro de Prensa habilitado para la cumbre desarrollada en el recinto ferial Ifema, en el norte de Madrid- eran muchos los periodistas que opinaban de los efectos poco prácticos de las cumbres. “He visto una cita descafeinada, los mandatarios hablan y hablan, hacen declaraciones de 42 puntos pero no ves que en la calle, a la gente le afecte. Los resultados no se extrapolan al día a día de los ciudadanos”, lamenta Belinda, reportera de una cadena española. Según ella, sus compatriotas están más preocupados en los despidos que en otra cosa. El ambiente en las calles tampoco fue particularmente llamativo. El despliegue policial, importante pero no excesivo, destacaba en las zonas de los hoteles donde se alojaban las delegaciones. El Paseo de La Castellana, que alberga al Villa Magna y al High Tech, mostró estos tres días mayor despliegue de seguridad, al igual que gran parte del centro de la capital, como las calles Alcalá, Gran Vía, Paseo de Recoletos… “Sé que han venido unos presidentes porque le pregunté a unos policías, pero nada más”, dice María Antonia, madrileña de 70 años, mientras transita por Cibeles.Lorena Mena, periodista ecuatoriana que reporta para el diario La Razón, percibe lo mismo que su colega española. “No ha habido mayor expectación en la cumbre, no ha sido una Champions League”, indica con una sonrisa. Cuando la prensa ibérica supo de la ausencia del presidente venezolano -dice- perdió el entusiasmo en la cumbre. “Los periodistas se desinflaron, vieron que no habría show”, comenta esta guayaquileña que reside cuatro meses en Madrid.La separación entre prensa y representantes fue una de las piedras de toque de la organización. Los comunicadores entraban por una puerta y las delegaciones por otra. No se veían, excepto con los presidentes que ofrecieron ruedas de prensa. Los que no, pasaron desapercibidos.