La plaza de San Pedro y las zonas aledañas se asemejaban ayer un poco a una obra en construcción, otro poco a un mercado, mientras el Vaticano y Roma se van llenando con la llegada de una verdadera “invasión” de fieles y turistas, en vista de las canonizaciones, mañana, de Juan XXIII y de Juan Pablo II.
Toda la zona de la Via della Conciliazione y las callejuelas a dos pasos de la Santa Sede quedaron ayer en el medio de los preparativos en vista de un evento único, tanto sea por la “doble” canonización como por la presencia del papa Francisco y, quizás, también del papa emérito Ratzinger.
Nadie sabe a ciencia cierta cuánta gente participará en la ceremonia del domingo: hay quien habla de unos 800 000 peregrinos, quien asegura en cambio que el número de los presentes será un millón.
El panorama a lo largo de la jornada mostró a obreros colocando las maxipantallas donde se verán las imágenes del evento, un mar de inmigrantes (sin documentos para la actividad comercial) que venden de todo, grupos de turistas que pasean por la zona y los propietarios de las tiendas del barrio que desde hace días han visto aumentar sus ventas.
Al fondo de la Conciliazione ya ha sido colocada una gran estructura donde funcionará el “cuartel general” de los canales de televisión de todo el mundo que transmitirán las canonizaciones. También están en sus puestos los jóvenes de la Protección Civil italiana, listos para brindar a lo largo del fin de semana agua mineral y otras ayudas que puedan necesitar los fieles, los turistas o simples curiosos.
Ayer hubo por otra parte una sorpresa, visto que nadie sabía nada: de la balconada de las bendiciones de San Pedro fueron colgados dos grandes tapices con las fotografías tanto de papa Wojtyla como del papa Roncalli. Son las mismas max-fotos -destacaron los ‘vaticanistas’ italianos- utilizadas para las respectivas beatificaciones (en 2000 de Wojtyla y en 2011 de Roncalli).
El negocio despuntó
Tanto los preparativos como la ceremonia del domingo de las beatificaciones son una magnífica ocasión para las tiendas que venden todo tipo de souvenir, llaveros, imágenes y otros objetos vinculados al Vaticano, y que con la elección de Bergoglio el 13 de marzo del año pasado ya habían acrecentado sus ingresos, precisamente gracias a la gran popularidad del Papa argentino.
Doce rosarios cuestan diez euros, pero hay objetos que no superan los 50 centavos. Los rostros de Wojtyla y de Roncalli aparecen por todos lados, desde los quioscos donde hay libros, escudos, banderitas, medallas e imágenes hasta las calcomanías de las tazas, los relojes o las estatuitas.
“La verdad que Wojtyla se vende más que Roncalli, quizás porque mucha gente lo conoció”, destacó un vendedor romano, tras precisar que “de todos modos, quien entra a mi tienda seguro que sale con algo de Francisco”. Una conocida pizzería a dos pasos de la ‘Porta Sant’Anna’ no hizo otra cosa que despachar el plato símbolo de Italia, en todos los sabores y formatos: a las tres de la tarde ya se había acabado todo.
En el frente de la seguridad todo está listo, no solo por la presencia de la gente que asistirá al evento “en vivo y en directo” desde el Vaticano, sino también por la gran cantidad de personalidades presentes: nada menos que 61 delegaciones de 54 países, 19 jefes de Estado, entre ellos los reyes de España, los presidentes de Ecuador y Honduras, 24 premier y 23 ministros.
Las autoridades de Roma reforzaron desde ayer la seguridad con ‘drones’ en el aire y policía por tierra. 2 700 hombres y mujeres de la Protección Civil italiana vigilarán la plaza. Es que la presencia de dos papas santos y dos papas vivos suscita muchas expectativas y resulta un momento inédito para la historia de la Iglesia Católica.
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