Voz ineludible de la literatura alemana de posguerra, eterna candidata al Nobel y figura polémica por su relación con el régimen comunista de la antigua Alemania oriental, la vida de Christa Wolf fue un espejo literario del siglo XX.
Desde su nacimiento en 1929 en Landsberg, hoy Polonia, hasta su muerte este jueves en Berlín tras una larga enfermedad, la novelista, ensayista y guionista plasmó una obra marcada por la agitada historia alemana y no exenta de sombras. “Su literatura movilizó, entusiasmó e hizo reflexionar a nuestro país”, consideró el presidente Christian Wulff. “Era una de las autoras alemanas más importantes de la actualidad”, resumió el ministro de Cultura, Bernd Neumann.
Wolf nació como Christa Ihlenfeld el 18 de marzo de 1929 en una familia de clase media en Landsberg, entonces Prusia oriental. Sufrió la guerra, el derrumbe del Tercer Reich y el éxodo, hasta asentarse finalmente en territorio de la República Democrática Alemana (RDA). Nunca dejó la RDA “ni dejó que el país la dejara a ella”, definió su editora en la editorial alemana Suhrkamp, Ulla Unseld-Berkéwicz.
En 1949 se afilió al partido único SED, del que sería miembro hasta su desaparición en 1990, y estudió Germanística en Jena y Leipzig. Ya casada con el escritor Gerhard Wolf, que hoy estuvo junto a ella en su última hora, publicó en 1961 su primer libro, “Moskauer Novella”. Dos años después llegaría el primer gran éxito literario con la aparición de “El cielo dividido”, historia de un amor separado por el Muro con el que obtuvo el premio Heinrich Mann. Sería el primer galardón de una larga lista que incluyó en 1980 el Georg Büchner, principal premio de las letras alemanas.
Wolf se convirtió en una figura polémica por su actictud cambiante frente a la RDA. Ella misma publicó en 1993 el acta que revelaba su colaboración con la policía política Stasi de 1959 a 1962. Entonces calificó esa experiencia de “un punto oscuro” en su vida. Sin embargo, la escritora fue desarrollando una visión cada vez más crítica con el gobierno comunista.
Ya a fines de los años 60 era la Stasi quien la vigilaba a ella y a su familia. Con la reunificación alemana en 1990 mantuvo la esperanza de que llegara una forma de comunismo más humano y escribió con otros autores un manifiesto titulado “Por nuestro país”, que muchos interpretaron erróneamente como un “intento de salvar” la RDA. “Durante un ínfimo instante histórico imaginamos otro país que ya ninguno de nosotros verá jamás”, dijo tiempo después.
La ventajas y horrores del régimen y la dolorosa división alemana ocuparon buena parte de su obra, en la que también destacan novelas como “Casandra” (1983) o “Reflexiones sobre Christa T.” (1968). Su última novela, “Ciudad de los ángeles o el abrigo del Dr. Freud”, apareció el año pasado. La obra narra los destinos de los intelectuales exiliados a Estados Unidos durante el Nazismo.