La Embajada de la República Bolivariana de Venezuela -nombre oficial de ese país- en Ecuador pone al tanto a sus connacionales, que residen en Quito, de los acontecimientos que suceden en ese país.
Lo hace a través de la señal de televisión Telesur, vía satélite en un monitor, colocado en una de las paredes de la sala del Consulado venezolano, junto a la Embajada. La delegación diplomática ocupa el octavo piso de un edificio ubicado en las avenidas Amazonas y Eloy Alfaro, en el norte de Quito.
La señal televisiva emite programas de opinión, noticieros y otros, todos relacionados con el gobierno socialista de Hugo Chávez.
En realidad, muy pocos venezolanos acuden a la Embajada. Al menos eso se notó en la mañana del miércoles pasado. Este Diario intentó obtener datos sobre el número de venezolanos en Ecuador, sus actividades que realizan, pero no fue posible.
Ningún funcionario tuvo tiempo para atender ese requerimiento, porque estaban dedicados a los preparativos de la visita del presidente Chávez. Ni siquiera, por correo electrónico se pudo obtener esa información.
Uno de los venezolanos que reside en Quito, desde marzo de 2003, cree que no son más de 3 000. Y eso parece cierto, pues en las calles de la capital y de otras ciudades no se encuentran por todo lado a ciudadanos de ese país, a diferencia de extranjeros de otros países, especialmente de Colombia, Cuba, Perú, Chile, Argentina y Estados Unidos, que en los últimos años han ingresado en alto número.
Desde 2007, cuando inició el gobierno de la revolución ciudadana del presidente Rafael Correa, aliado de Chávez, al país ingresaron 79 870 venezolanos, según un cuadro de ingreso y salida de extranjeros de la Dirección Nacional de Migración. Pero, asimismo, salió un número similar: 79 223. Incluso, en enero pasado, salieron más de los que habían ingresado anteriormente: 3 862 contra 2 554.
Es decir, según esas cifras, solo se quedaron en Ecuador 641 venezolanos, en ese período. A ese número se suman los venezolanos que tienen residencia permanente, cuyo número no lo vio la Embajada. Esos son los casos de Marisol Andrade Rivero, religiosa, que vive acá desde hace 12 años, y Roger Cárdenas, empresario, desde 2003.
Andrade presta servicios pastorales en Quito y en Manta, “como sierva de Jesús, de la Iglesia Católica. De Venezuela nos mandan de comisión a Ecuador”, cuenta la religiosa, cuando acudió a la Embajada de su país, para realizar trámites personales, porque está en proceso de obtener la nacionalidad ecuatoriana.
Cárdenas está dedicado al negocio de comida. Tiene una cadena de cinco restaurantes en la capital, denominados Naguará.
Entre los venezolanos que ingresaron al país desde el 2007 están aquellos vinculados a negocios y actividades petroleras. Algunos de ellos tienen sus oficinas y residencias en la exclusiva avenida República El Salvador, en el norte.
De hecho, las relaciones bilaterales se han intensificado y profundizado durante los gobiernos de Correa y Chávez. Desde el 2007, los dos mandatarios han suscrito más de 40 acuerdos de cooperación, especialmente en materia energética y petrolera.
Sin embargo, durante la visita a Quito del presidente Chávez, el pasado viernes, muy pocos venezolanos salieron a las calles a respaldarlos. En realidad, no fueron más de 20, pero ninguno quiso identificarse. Chávez tuvo más respaldo de ecuatorianos que de sus compatriotas.
Las venezolanas Silvia Di Rosa, de 46 años, y Marialejandra Valdivieso, de 30, están radicadas en Cuenca desde hace seis y 15 años, respectivamente. Llegaron de Caracas y Bolívar.
En su memoria está presente la violencia que se vive en su país. Según Di Rosa, hace 15 años mataron a su padre en su empresa la Alfarería Caracas y hace cuatro años en la misma fábrica, el personal de Gobierno ingresó y se apoderó de la maquinaria con la que hacían bloques.
Di Rosa dice que la situación de violencia en Caracas es alta, por ello con su esposo que también es venezolano, Douglas Rodríguez, liquidaron su empresa de computadoras y buscaron un lugar seguro para sus tres hijos.
Su madre Raquel Puyol es cuencana, por ello Di Rosa también tiene la nacionalidad ecuatoriana y decidió radicarse en Cuenca. Según ella, lo más difícil en esa ciudad fue estabilizarse económicamente. Su profesión es ingeniera civil y su esposo es tecnólogo en computación.
Di Rosa ayuda en las mañanas a su esposo en la empresa de computadoras y en la tarde abre su negocio en el Aeropuerto Mariscal Lamar. Elabora objetos de decoración para el hogar en aluminio.
La venezolana Valdivieso también tiene raíces cuencanas por parte de su padre Édgar Valdivieso, quien se casó con la venezolana Amaloa Guerra.
En 1994, Valdivieso llegó de vacaciones a Cuenca y su abuela le dijo que se quede. Así lo hizo y entró a estudiar al colegio Rosa de Jesús Cordero. Desde aquella época ha vivido sin sus padres y hermanos. Hace cuatro años, Valdivieso pensó en regresar a su país, pero al viajar a Venezuela detectó inseguridad, violencia y que la situación económica es difícil.
Valdivieso está vinculada a la comunicación. Hizo hace cuatro años un casting en ETV Telerama y desde allí trabaja en el programa de variedades De Mujer a Mujer . Hace dos semanas es presentadora de noticias.