Norteamérica superó la intensa ola de frío polar que sufrió durante varios días, con temperaturas de hasta 40 grados bajo cero y fuertes vientos.
El tiempo gélido que castigó a Estados Unidos y también a Canadá se dirigió hacia el norte. Las temperaturas más cálidas se verán acompañadas de lluvias, niebla y nieve, según indicaron los meteorólogos.
Ayer ya se medían temperaturas habituales para esta época en varios estados de Estados Unidos. El aire caliente transformó las cañerías de agua congeladas y rotas en bombas de tiempo.
En Kansas City, Missouri, debió ser evacuado un edificio de 30 pisos luego de que se descongelaran tuberías e inundaran el sótano donde se encontraba también la instalación eléctrica. Cañerías rotas también dañaron más de 50 viviendas en Chattanooga, Tennessee, indicó la emisora estadounidense CNN.
En otros lugares, los habitantes celebraron en cambio el deshielo: los residentes de Ohio llegaron a temer por agua potable a causa de la ola polar.
La ola de frío polar en Norteamérica, que se estima fue la más intensa en unas dos décadas, alcanzó su punto máximo el 6 y 7 de enero. El mal tiempo causó 21 muertos y pérdidas que se calculan en unos 5 000 millones de dólares.
El riesgo de fenómenos extremos se eleva
El científico estadounidense Christopher Field advirtió ayer sobre la lentitud de las decisiones políticas para frenar el cambio climático, que “está aumentando el riesgo de fenómenos extremos”.
Field, copresidente desde hace cinco años del Grupo II del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), que se ocupa de impactos, adaptación y vulnerabilidad, fue galardonado ayer en España con el premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, en la modalidad Cambio climático.
El galardón, dotado con USD 540 000, reconoce su labor en el descubrimiento de la importancia de los ecosistemas terrestres y su adecuada gestión para frenar el calentamiento del planeta.
En una videoconferencia desde Holanda, donde está reunido el Grupo II del IPCC, Field definió el cambio climático como uno de los problemas más graves a los que se enfrenta la humanidad, “pero también tiene grandes oportunidades para gestionarlo”.
A su juicio, actualmente hay mucha información científica sólida que indica la necesidad de adoptar decisiones, pero estas se están tomando “muy lentamente”. “Hay un entorno político y un ruido de fondo que impide el avance y que han retrasado las decisiones”, con lo que “después será mucho más caro”, subrayó Field.
Tras declinar avanzar contenidos del informe del IPCC, por su carácter confidencial (se publicará en abril próximo), el biólogo de la Universidad de Stanford (EE.UU.) añadió que el cambio climático está modificando los perfiles de riesgo de fenómenos como las olas de calor y las sequías.
Para Field, la solución al cambio climático consta de cuatro elementos: conservación de bosques -“aún se está a tiempo”-; eficiencia en el transporte; energías limpias y mecanismos para capturar el carbono.
Otras consecuencias
Los cambios drásticos en las temperaturas, extremo frío o calor, tiene un sinnúmero de consecuencias en el planeta, según Ivonne Yánez, miembro de Acción Ecológica.
En primer lugar, en los océanos se evidencia una pérdida de pesquería. Esto debido a los cambios de la temperatura de las aguas y la presencia de factores contaminantes.
También se ve afectada la agricultura por la escasez de agua. Los patrones de lluvia se vuelven impredecibles para los campesinos.
Otra secuela se refleja en los ecosistemas, especialmente en los boscosos tropicales. Yánez considera que a largo plazo, si las condiciones permanecen o empeoran, podría existir una extinción masiva de especies.
En relación con los animales, ya se ha evidenciado una reducción de anfibios porque “son sumamente sensibles a los cambios de humedad”.
Igualmente, existe un deterioro en los corales. Estos se vuelven blancos por la acidificación del agua, lo que repercute en las especies que se alimentan allí.
En cuarto lugar, Yánez considera que las ciudades en las zonas costeras tienen riesgo por el aumento del nivel del mar. Y, por último, existe la probabilidad de que aumenten las enfermedades tropicales o las producidas por los cambios bruscos de temperatura.
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Enfoque
Las mutaciones del calentamiento global
Martha Meier Miró Quesada
El Comercio de Lima/GDA
Desde el sabor de las manzanas al aroma de las flores, pasando por el desplazamiento hacia el norte de Europa de las zonas vitivinícolas, hasta llegar a ciudades horroríficas y violencia. Todo esto, y más, deriva de la inestabilidad climática.
Las actividades humanas están alterando los procesos naturales de regulación climática por dos causas: aumentando las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), procedentes de la quema de combustibles fósiles, por ejemplo, y disminuyendo la captación natural (deforestación y cambio de uso de suelos, entre otras).
Ambas están relacionadas con la veloz urbanización (entre 1950 y el 2011 la población urbana aumentó casi cinco veces). Las ciudades son enormes, con sus empresas, transporte, infraestructura y los patrones de consumo de sus habitantes -es decir, de cada uno de nosotros- son grandes fuentes de emisiones de GEI, lo que las convertiría en trampas invivibles, insalubres y quebradas sociocultural y económicamente. La iniciativa Ciudades y Cambio Climático (ONU-Hábitat) intenta fortalecer las capacidades locales para una gestión urbano-ambiental que lleve al desarrollo urbano sostenible y contrarreste los efectos climáticos.
Lo que no hay cómo contrarrestar es el cambio del sabor de las manzanas. La Organización Nacional de Agricultura e Investigación Alimentaria (NARO, por sus siglas en japonés) concluyó que el sabor y la textura de las manzanas han sido ya afectados por el cambio climático. La manzana de hoy no sabe como hace 40 años y expertos afirman que lo mismo ocurre con otras frutas. ¿Conclusión? Menos acidez y firmeza, y corazón aguachento.
Mientras tanto, las rosas y los lirios despiden aromas más intensos, según un estudio difundido por “Trends in Plant Sciences”. El perfume es hoy 10% más potente que hace tres décadas y se espera que aumente hasta 40% en las próximas. El futuro promete ser más aromado aunque más violento. Esto según las universidades norteamericanas de Princeton, Cambridge y California.
A más temperatura -dicen- más violencia personal (crímenes) e intergrupal (guerras). Las olas de calor pueden incluso provocar cambios de gobierno. El aumento de 2 ºC previsto para las próximas décadas elevaría hasta en 50% las guerras civiles, según esas investigaciones que demostraron cómo en las últimas sequías de la India creció la violencia doméstica.
En Estados Unidos las olas de calor son sinónimo de más crímenes y violaciones; en toda Europa de choques étnicos y en África de proliferación de guerras civiles. Malas noticias hasta para los bebedores de vino. Se espera que para el 2050 las zonas tradicionalmente vitivinícolas del Mediterráneo (España, Francia, Italia) se reduzcan hasta en 73%, y en Chile y Argentina escasee el agua. El vino, dicen, será mejor en Alemania, Gran Bretaña y Rumania. ¿Pero, a qué sabrán las uvas para entonces? “Un estudio concluyó que el sabor y la textura de las manzanas han sido ya afectados por el cambio climático”.