Miles de refugiados de la ola de violencia en el sur de Kirguistán, república ex soviética, rogaron ayer que se les dejara pasar a Uzbekistán, mientras Naciones Unidas exhortó a las autoridades kirguisas a poner fin a los enfrentamientos.La violencia entre la mayoría kirguisa y la minoría uzbeka en las ciudades de Osh y Jalalabad, que comenzó el 10 de junio, ha dejado al menos 176 muertos y 1 762 heridas, y ha escalado en los más feroces combates del Estado de Asia central en 20 años. Decenas de miles de familias uzbekas huyeron a Uzbekistán, pero este país cerró la frontera el lunes a todos quienes no estuvieran heridos por los combates, en un intento por regular el influjo.El número de refugiados puede llegar a 100 000 o incluso más, según el enviado especial de Naciones Unidas, Miroslav Jenca. Mientras, la presidenta del gobierno interino, Rosa Otunbayeva, anunció ayer que el referendo sobre la reforma constitucional -probable causa de los enfrentamientos-, se celebrará el 27 de este mes, como está programado. Esto pese a la violencia étnica que amenaza con extenderse a otras zonas del norte, incluso a la capital Bishkek, reportó la agencia de noticias Aki Press. El Gobierno interino, que tomó el control cuando el ex presidente Kurmanbek Bakiev fue expulsado en una sublevación en abril pasado, ha acusado a la familia de Bakiev de instigar la violencia para frenar el referendo. El Gobierno interino de Kirguistán declaró este miércoles día de luto oficial por las víctimas: “Es para nosotros una enorme pérdida. Honramos la memoria de todas las víctimas”. Kirguistán tiene un población de 5,3 millones de habitantes, de los cuales cerca del 14% son uzbekos, que residen mayoritariamente en el suroeste del país.