Personal de la Policía realizó las investigaciones de cada caso, para hallar a los supuestos responsables de la muerte de las víctimas. Foto: Imagen referencial Archivo/ EL COMERCIO
Familias destruidas, niños huérfanos, tres madres que afrontan la penosa tarea de enterrar a sus hijas… Ese es el resultado de tres femicidios ocurridos entre el sábado y domingo, cada uno más violento que el otro.
El primer hecho sucedió el sábado 17 de septiembre, en el recinto Atahualpa, vía Umpe Chico, en Santo Domingo de los Tsáchilas, a dos horas de Quito. Alexandra G., de 35 años, fue apuñalada cinco veces con un cuchillo y fue incinerada con gasolina.
El presunto autor es un joven de 22 años, quien se habría quedado en la casa de la mujer, la noche anterior. Él ya fue detenido y la Unidad Judicial de ese cantón ordenó su prisión preventiva por el supuesto delito de femicidio.
El segundo caso se dio en Quito, en el sector de Calderón. Laura P., que había desaparecido el 12 de septiembre pasado, fue hallada sin vida. De hecho, la Policía encontró solo partes de su cuerpo en dos terrenos baldíos. Según la propia confesión del sospechoso, quien era esposo de la víctima, reconoció que estranguló a la mujer con una chalina y que también quemó su cuerpo para no dejar evidencia.
Las investigaciones de los agentes de la Dinased llegaron a establecer más de 10 pistas: prendas de vestir de Laura que estaban desgarradas, su teléfono celular incinerado, mechones de cabello cortado aparentemente con tijera y fragmentos de cráneo. Todas estas evidencias fueron recuperadas y el sospechoso ya guarda prisión preventiva.
El último crimen también sucedió en Quito y de nuevo, su pareja es el principal sospechoso. Ayer, la Policía descubrió el cuerpo sin vida de Verónica G., de 26 años, en el interior de su casa, ubicada en el sector de Guamaní, en el sur de la ciudad.
La madre de la víctima, en su testimonio, aseguró que a las 06:00, su nieto de 10 años, el mayor de los tres hijos de Verónica, llegó a su casa y le pidió ayuda pues su madre se encontraba “mal”. El pequeño dijo que vio a su padre agredir a su mamá, antes de marcharse de la casa.
Al llegar, la progenitora encontró que la joven ya no tenía signos vitales y a sus nietos consternados por el hecho. Agentes de la Dinased iniciaron la investigación y en una primera observación, descubrieron varias heridas realizadas con arma blanca en el cuerpo de la víctima.
Por la noche, luego de realizar varias entrevistas e inspecciones, los policías capturaron al sospechoso en el sector del Valle de los Chillos, en el suroriente. Él también se encuentra detenido y espera la audiencia por femicidio en la Unidad de Flagrancia de Quito.
“La familia es un lugar peligroso”
En Quito, la primera motivación de los crímenes son los problemas interpersonales que se dan en el entorno familiar, sostiene la Dinased. Para la psicóloga Maritere Benítez, estos hechos de violencia en el núcleo de la familia, no ocurren de la noche a la mañana. “Responden a escalas de violencia patológica y el poco control de la ira”.
Estos rasgos de la personalidad sumados al machismo, celos y “el sentido de que la mujer es propiedad privada”, originan la violencia extrema contra la mujer.
Por ello Benítez, cree que actualmente las familias son lugares peligrosos, cuando los dos miembros del hogar no pueden arreglar sus diferencias o los conflictos, sino solo a través de la violencia. “La violencia es una locura de dos. Las mujeres que vienen de hogares violentos, reproducen la violencia como víctimas o maltratantes”, señaló.