El primer ministro israelí, Isaac Rabin, de 73 años, fue asesinado por un estudiante judío de extrema derecha, el 4 de noviembre de 1995, en una plaza de Tel Aviv.
El joven responsable le efectúo tres disparos durante un mitin multitudinario por la paz. Las balas hirieron al Mandatario en la espalda y en la columna vertebral, lo que demandó una intervención quirúrgica urgente en el Hospital Ichilov, de Tel Aviv.
En el suceso también resultó herido uno de sus guardaespaldas, a quien hubo que brindarle los cuidados pertinentes.
El mitin en donde se encontraba el Mandatario fue organizado por la asociación ‘Es posible’ (‘Efshar’ en hebreo), que estaba liderada por generales pacifistas de la reserva y empresarios progresistas. El atentado se llevó a cabo poco después de que Rabin anunciara que existía una gran oportunidad para que se firmara el acuerdo de paz entre su región y Palestina.
La noticia causó gran conmoción en la opinión pública israelí, que en los últimos días había sido testigo de numerosas manifestaciones de derecha nacionalista, en las cuales se acusaba a Rabin de supuesto “tirano, asesino y agente de Yasser Arafat”.
El mitin terminó con la muerte del Mandatario. Su muerte despertó dudas, puesto que incluso sus enemigos políticos afirmaron que Rabin garantizaba la paz en Medio Oriente.
Después de anunciada la muerte, el ministro de Relaciones Exteriores, Shimon Peres, asumió en forma interina la primera magistratura del país. Peres, quien se encontraba junto a Rabin el momento del atentado, manifestó su inconformidad y rechazó este acto criminal. El funcionario advirtió que no permitiría que la violencia enturbie el proceso de paz que tanto ha costado a Israel.
El crimen acentuó el temor de los israelíes por el futuro de paz en Medio Oriente después de la muerte del líder que luchó y solidificó la idea. Sin embargo, los israelíes dijeron confiar en el carisma y la habilidad a escala internacional de Shimon Peres.